Max Power es un detective privado –duro pero de buen corazón–. Su habilidad en el uso de los puños es comparable a la de Mike Hammer y su capacidad para la lógica deductiva hace palidecer a la de Sherlock Holmes. Por último, pero no por ello menos importante: su conocimiento de la física cuántica –la filosofía que rige su vida– es equiparable al de un adolescente que se compró un libro de Stephen Hawking para impresionar a una profesora sustituta. Estas son sus aventuras (las de Max Power, no las del adolescente cachondo, esa es otra historia).
Escena 1: Callejón
Noche en la ciudad. Sirenas a lo lejos. Por un sucio y siniestro callejón –cubos de basura, gatos en celo y una farola de luz parpadeante y débil– avanza una figura fornida con paso seguro. Traje oscuro y sombrero del mismo color que, inclinado hacia un lado, no permite distinguir su rostro (se adivinan unas facciones pétreas).
El héroe (no puede ser otra cosa que un héroe) se detiene ante una puerta y la aporrea con decisión. Tras unos momentos, un hombrecillo ridículo abre la puerta y dirige su mirada hacia las alturas, donde encuentra los ojos del héroe (¿habíamos dicho ya que es un héroe?).
-Hombrecillo: ¿quién coño eres?
-Héroe: Max… Max Power. Vas a tener que venir conmigo.
Max conecta un poderoso crochet de derecha a la mandíbula del desprevenido hombrecillo, que sale volando al otro extremo de la habitación. No es necesario hacer la cuenta, es un KO claro.
Escena 2: Oficina de Max
Noche, habitación pequeña y mal iluminada. Mesa desordenada, archivadores que se elevan hasta el techo. Solo un flexo de luz amarillenta sobre la mesa y la luz de la luna que entra por una ventana iluminan la habitación. El hombrecillo está inconsciente en una silla. Max junto a la ventana contempla la ciudad con gesto indescifrable.
-Max: (Voz en off, arrebatador y solemne timbre de barítono) Soy Max Power. Un detective privado. Busco personas desaparecidas, cosas de valor desaparecidas, amantes desaparecidos… incluso gatos desaparecidos. Lo que el cliente que me paga quiera que encuentre. Restauro el equilibrio del universo. Algunas veces el universo no está de acuerdo y el asunto termina mal. Pero esta no va a ser una de esas veces.
El hombre se despierta con un quejido y Max se gira al oírlo.
-Hombrecillo: ¿Qué? Joder, mi cabeza… cómo duele.
-Max: Sé que robaste el collar, solo dime dónde lo tienes.
-Hombrecillo: No sé de lo que está hablando.
-Max: Ya te lo he dicho: sé lo que hiciste, no me hagas perder el tiempo.
Max avanza desde la ventana con expresión torva. El hombrecillo se retuerce aterrorizado en la silla.
-Max: ¿Quieres saborear mis puños otra vez?
-Hombrecillo: ¡Está bien, está bien! ¡No me pegue!
Max se detiene, haciendo chasquear los nudillos con un sonido escalofriante. El hombrecillo deja escapar un suspiro de alivio, casi un graznido. (Algo similar a la llamada de celo del ganso canadiense. N. del A).
-Hombrecillo: Pero, ¿cómo me descubrió?
-Max: Dejaste tu tarjeta de visita en el lugar del crimen, junto a la caja del collar vacía. «Willie Bully. Ladrón. Rápido y barato.». Con tu dirección y número de teléfono… Fue una investigación complicada pero, gracias a mis poderes deductivos, te encontré.
-Willie: Tengo que promocionar mi negocio…
-Max: ¿La gente te llama para que les robes?
-Willie: ¡Más de lo que pueda imaginar…!
Willie Bully (ladrón, rápido y barato) se interrumpe, dudando.
-Willie: Bueno, ahora que lo pienso…. nadie me ha llamado. Maldita sea, no lo pensé bien… Probablemente es por eso por lo que no llaman. ¿Cree que esa es la razón, Sr. Power?
-Max: No soy tu maldito asesor. Solo dime dónde tienes el puto chisme.
-Willie: Sí, sí… ¡Joder, este negocio es más difícil de lo que parecía!
Willie comienza a hablar. Por la ventana, se sigue oyendo maullar a los gatos. (Menos mal que alguien se lo está pasando bien. N. del A).
Escena 3: Casa elegante
Interior de una casa antigua. Lámparas de araña, cuadros de bosques en los que se caza al zorro. Una anciana miope con olor a tarta de ruibarbo caducada, palmotea feliz. En su arrugado cuello tintinea un collar de perlas.
-Anciana: Muchas gracias, Señor Power. No tengo ni idea de cómo se las apañó, pero encontró mi precioso collar. Dígame: ¿cómo lo hizo?
-Max: Bueno, fue una investigación complicada… Pero la tarjeta de visita que me dio…
-Anciana: En serio, ni idea de cómo lo hizo… es usted un genio.
-Max: Simplemente intento restaurar el equilibrio en el universo.
-Anciana: ¿Qué?
-Max: El universo…
-Anciana: Lo siento, Señor Power, nunca he estado ahí, yo soy de Kingston upon Hull.
-Max: La entropía…
La confundida mirada de la anciana fija en él, hace comprender a nuestro héroe la futilidad de la explicación. Es una de esas raras derrotas que sufre a manos de alguien que no sea el propio universo. «Es uno de esos días, Max» se dice a sí mismo, resistiendo la urgencia de conectar un poderoso crochet de derecha a la mandíbula de la desprevenida anciana. Resignado, agacha la cabeza.
-Max: Yo… encuentro cosas.
-Anciana: Claro que sí. Es usted realmente adorable, joven.
Max se da la vuelta y se marcha, satisfecho de haber restaurado el equilibrio en el universo, aunque algo resentido por no haber podido explicar lo de la entropía, su tema favorito.
(Telón, fundido a negro, etc.)
Episodio siguiente:
–Poderes deductivos.
Artista diletante profesional: de la literatura a los videojuegos pasando por la música o el cine, no hay arte a la que no haya ofendido.
Menudo jaleo arman los gansos canadienses. Hay tropecientos mil cerca de mi curro y cada vez que salgo a estirar las piernas, ahí están, chillándose, comiendo y cagando sin parar.
O sea, la vida del forero medio.
Mal, muy mal… la abuela tenía que llevarse un crochét… No saber que es la entropía… Ande bamos a parar.
Jujujuju…creo que en el siguiente entuerto ,Max power debería investigar la trama de los pseudotapices con escenas de caza en la que invariablemente aparece un ciervo bebiendo en un río…creo que resolver este enigma restaurarla definitivamente el orden universal…quéremos Max!
Spoiler: en la próxima entrega, un cuadro tiene un protagonismo especial, aunque no puedo revelar si hay ciervos o ríos.