Max Power. Poderes deductivos

Max Power

Max Power es un detective privado, tan ducho en el uso de los puños como en el de la lógica deductiva. Ha consagrado su vida a restaurar el equilibrio en el universo y no permitirá que nadie –animal, vegetal o mineral– se interponga en esa noble y, en ocasiones, lucrativa tarea.

En esta ocasión tendrá que usar sus poderes deductivos para resolver un complejo crimen en la alta sociedad.

Escena 1: Oficina de Max

Tarde, interior de la oficina. Max está echando una cabezada sentado en la silla de su despacho. Súbitamente, como presagiando que alguien viene, llaman a la puerta. Max se despierta.

-Max: Adelante.

Una mujer madura y menuda, radiando un sereno encanto, entra y se sienta.

-Max: ¿En qué puedo ayudarle?
-Señora encantadora: Mi esposo fue asesinado hace un mes. Debió ser alguno de los que estaban en la casa entonces.
-Max: Sí.
-Viuda: La policía aún no ha encontrado al asesino y necesitamos saber quién fue antes de la reunión para leer el testamento.
-Max: Entendido.
-Viuda: Vamos a vender la empresa de mi esposo y el escándalo no sería bueno.
-Max: Muy bien. Necesitaré hablar con todas las personas implicadas. Prepare una reunión. En su casa.
-Viuda: Desde luego. Tendrá toda nuestra cooperación.

Max se levanta con expresión triunfal. En su cabeza, el caso ya está resuelto, aunque todavía no sepa quiénes son los sospechosos ni las circunstancias del crimen. Esos nimios detalles no importan para quien tiene la seguridad del que se sabe ganador.

-Max: Sí. Encontraré a ese asesino despreciable.

Escena 2: Escenario del crimen

Exterior. La casa resulta ser más bien una mansión: edificio de 3 pisos del tamaño de una pista olímpica de atletismo, amplios jardines, cocheras, cuadras, personal de servicio de uniforme…

Interior. Una gran habitación con una chimenea. Unas cuantas personas miran a Max, esperando que resuelva el entuerto que ha traído tanta entropía a sus vidas. Hay un cuadro enorme con un retrato de la víctima sobre la chimenea, en la pared de detrás. La viuda se halla junto a Max y presenta a los sospechosos, que forman una línea enfrente de ellos.

-Viuda: Sr. Power, las personas que estaban aquí cuando mi esposo fue asesinado: John, el mayordomo… Mary Ann, la doncella… Mi hijo mayor, Paul… Y mi hijo menor, William.
-Max: Muy bien.
-Viuda: Y por último, junto a usted está nuestro abogado. Él no estaba aquí en el momento del crimen, pero pidió estar presente en esta reunión.
-Max: Entiendo.

Max se aproxima al primer sospechoso, el mayordomo. Clásico uniforme de mayordomo. Clásico bigote de mayordomo. Pajarita. Clásica calva y patillas de mayordomo clásico. Los duros y fríos ojos de Max lo recorren de arriba a abajo durante unos segundos. Gran expectación.

-Max: ¿Le gusta la ensalada de pollo?
-Mayordomo: Diablos, no… Odio esa salsa pegajosa, y la lechuga blandurria que…
-Max: Correcto. A mí tampoco me gusta.

Max le da la espalda y se dirige al siguiente sospechoso, la doncella. Clásico uniforme de doncella, etc. Chica joven y vivaracha.

-Max: ¿Alguna vez lleva tacones?
-Doncella: Nunca. Hacen que me duelan los pies.
-Max: Lástima.

Max la deja atrás y se acerca al siguiente sospechoso, el hijo mayor: un hombre cerca de los cuarenta años, con barba.

-Max: Usted solía jugar al ajedrez con su padre, ¿verdad?
-Hijo mayor: Bueno… sí. ¿Cómo lo supo?
-Max: Poderes deductivos. No sea tan descuidado con sus gambitos.

Max deja atrás al boquiabierto y mediocre jugador de ajedrez y se dirige al último sospechoso: el hijo menor, un jovenzuelo de poco más de veinte años con aspecto de atolondrado.

-Max: ¿Tiene un coche negro con el neumático delantero izquierdo ligeramente desinflado?
-Hijo menor: ¡¿Cómo coño lo sabe?!
-Max: Simplemente responda a la pregunta, por favor.
-Hijo menor: Sí, es verdad… Lo noté esta mañana, pero no tenía tiempo para repararlo.

Max desanda el camino andado, volviendo a pasar por delante de los sospechosos. Se detiene delante del mayordomo. Lo vuelve a contemplar con calma. Silencio incómodo. El mayordomo tose discretamente, se mira las uñas y se atusa el bigote. (Las clásicas cosas que hacen los mayordomos clásicos cuando no saben qué hacer. N. del A.)

Súbitamente, Max conecta un poderoso crochet de derecha a la mandíbula del desprevenido mayordomo que sale volando y cae desmadejado junto a la chimenea.

-Viuda: ¡Dios mío, fue John!
-Max: ¿Qué? No, no fue él.
-Viuda: Entonces, ¿por qué le pegó?
-Max: Odio a los hombres con pajarita.
-Viuda: Así que no sabe quién es el asesino… ¡Vaya pérdida de tiempo!
-Max: No, claro que lo sé. Lo sabía antes de preguntarles nada.
-Viuda: Entonces por qué… Oh, no importa… ¿Quién mató a mi querido esposo?
-Max: ¡Usted lo hizo!
-Asesina despreciable: ¡Oh Dios mío! ¡Lo ha descubierto!

Justo después de que el dedo acusador de Max la señalase y su poderosa voz de barítono emitiese la inapelable sentencia, la despreciable asesina se desmaya. (Probablemente una medida preventiva para evitar que un poderoso crochet de derecha se encargase de ello. N. del A.). Dos cuerpos yacen inconscientes, el resto contempla a Max con admiración, si bien nadie entiende qué demonios ha pasado.

Escena 3: Mansión

Una pareja de policías se lleva esposada a la viuda. Solo quedan el abogado y Max, que contemplan la escena con una mezcla de lástima y ganas de ir a picar algo. Pero hay muchas preguntas sin respuesta y cuando la asesina y los policías desaparecen de la escena, el abogado se vuelve hacia Max.

-Abogado: Impresionante, Sr. Power. Ahora podemos proceder con el testamento. Nadie hubiera pensado que la señora encantadora era la asesina. Honestamente, todos habíamos apostado por el mayordomo. Dos a uno por el mayordomo, cincuenta a uno por la señora encantadora. Si alguien hubiese apostado por ella se hubiera llevado un buen pellizco… Pero, ¿cómo lo supo?
-Max: Fue fácil… ¿Cómo describiría al difunto Sr. Pottendorfer?
-Abogado: Bueno, tenía una gran personalidad. Una gran…
-Max: ¡Nariz!

El abogado gira la cabeza para contemplar el retrato del Sr. Pottendorfer. Expresión adusta, pequeños ojos duros, mayestático bigotón… Y una nariz que amenaza con salir del cuadro y dejar tuerto a cualquiera que se ponga en su línea de tiro. Un peso pesado de las narices, ni Pinocho ni Cyrano le aguantarían dos asaltos.

-Abogado: Bueno, sí… El Sr. Pottendorfer ciertamente tenía una gran… probóscide. Pero, ¿qué tiene que ver este hecho inquietante con su asesinato?
-Max: El asesino se le acercó de frente y lo sorprendió. Cualquier persona más alta que la Sra. Pottendorfer hubiera chocado con su nariz antes de poder llegar a él, alertando al pobre hombre.

Max se da la vuelta y se dirige hacia la salida.

-Max: Le enviaré la factura.

Los pasos firmes de Max se pierden lentamente en la distancia mientras el abogado lo contempla fascinado. Cuando suena el golpe seco de la pesada puerta de la mansión, se gira para contemplar una vez más el cuadro.

-Abogado: ¡Caramba… ese hombre es un genio! El universo está seguro… Por ahora…

(Telón, fundido a negro, etc.)

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Episodio anterior:
Encontrando cosas.

2 comentarios en «Max Power. Poderes deductivos»

  1. Habías prometido tapices de ciervos.Entropía vá a ser lá palabra fetiche de nuestro Max..me han molado especialmente # mayestático bigotón# y cuando entra en juego el clásico mayórdomo…y Los apuntes al respecto

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