Y los Ramones me salvaron la vida (otra vez)

Ramones

Mediada la lectura de «Enterrado por placer», novela de Edmund Crispin (de nombre real Bruce Montgomery) publicada en 1949, uno se topa con la siguiente reflexión: «Como casi todo el mundo, Diana se engañaba pensando que el sufrimiento mental es siempre más insoportable que el físico, aunque habría que ver si los que mantienen esa opinión preferirían pasarse un mes con reumatismo agudo o con una crisis de ansiedad grave (…)». Recuerdo que esa afirmación gratuita por parte del autor me hizo pensar al instante: «Edmund, no tienes ni puta idea. Yo escojo reumatismo».

Puedo rebatirle al escritor británico su punto de vista con conocimiento de causa: yo padecí ansiedad durante tres años, los peores de mi vida. Empezó un mes de enero, con lo que cada invierno, cada inicio de año marcaba un penoso aniversario. Decidí lidiar con la enfermedad permaneciendo ocupado a toda costa. Y ese hacer cosas, muchas, aún es recordatorio de aquella mala época: ese mismo mes de enero renové mi dni y mi pasaporte, con lo que la foto que los acompaña es la de un hombre enfermo; dejé la cafeína y de fumar, tras 25 años de hábito, y aun sigo limpio… también me di de alta en Discogs, con lo que al ver mi colección ordenada siento una dolorosa pero orgullosa punzada…

Tuve la suerte de no estar sólo. Un amigo muy cercano acudió a la llamada de auxilio. Abrió un blog en Tumblr y me animó a escribir, a volcar ambos -él también se enfrentaba a sus agobios- nuestra creatividad a modo de terapia. Uno de los primeros textos que publiqué en dicho blog era éste: «Los Ramones me salvaron la vida. Aquella noche, aquel bar, aquel travesti. Cantando y bailando hasta el amanecer: que si ‘hey!’, que si ‘ho!’, que si ‘let’s go!’. Con su voz ronca seduciéndome, el travesti; con su voz gangosa enamorándome, Joey. Y Dee Dee llevándonos de la mano a ‘Barrio Sésamo’ y Johnny sacando la motosierra a pasear. Me salvaron la vida, los Ramones. Aquella noche, aquel bar, aquel terrorista suicida que pasó de largo».

A la semana recibimos la notificación de nuestro primer «like» en Tumblr. Hay estudios que afirman que nuestro cerebro libera endorfinas cuando recibimos un «me gusta» en nuestras redes sociales. Es pura química motivante, suficiente o no según las necesidades, expectativas o enganche de cada uno. Cuando un enfermo recapitula al final del día, es muy importante que encuentre algún hecho positivo. Es un punto de agarre vital para levantarse al día siguiente y enfrentarse a la enfermedad. Para nosotros fue algo más que un simple «like»: fue una descarga motivacional que nos ayudó a mantenernos en pie otro día y a prolongar nuestro experimento literario dos años.

Detrás de aquel corazoncito, de aquel «me gusta», había una persona. Resultó ser un thai. Un chico… o una chica. No quedaba claro por su foto de perfil. Bueno, sí, estaba demasiado claro. Él o ella, travestido o trans, simplemente había acudido a la llamada máxima: la de la fiesta, la del rock and roll, la del despiporre. ¿Qué tipo de alerta recibió en su muro de Tumblr? ¿Eroticofestiva? ¿Punkrockerita? ¡Qué más da! Allí estaba, vestid@ para bailar conmigo. Y los Ramones me salvaron la vida, otra vez. Y un travesti me regaló su corazoncito.

nota: la primera vez que los Ramones me salvaron la vida fue durante la adolescencia, edad de dramitas que a la hora de la verdad carecen de empaque para ser reseñados.

4 comentarios en «Y los Ramones me salvaron la vida (otra vez)»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *