Supercontagiadores: Toño

images

Toño era el socio de mi padre en una empresa que, vaya por dios, nunca terminó de comerse el mundo. Allá por los noventas y, quizás, primeros dos miles, mi padre y Toño intentaban levantar algo que nunca terminaba de cuajar. Y, ya de paso, sacaban adelante una amistad que, vaya por dios, tampoco fue muy allá. Mi padre nunca ha sido persona de trato fácil, así que vaya usted a saber quién es el último responsable del mal final. Tampoco me voy pronunciar ahora, después de tantos años.

Yo, a Toño, le caía bien. Él era algo más joven que mi padre, pero todavía mucho mayor que yo. Y, musiquetero como era, disfrutaba de mi incipiencia e intentaba tomar cartas en el asunto de mi viaje iniciático. Hendrix fue la primera filia que le conocí, pero inmediatamente supe de otras que despertaron en mí un interés mucho mayor. Zappa, King Crimson, Van Der Graaf, Hawkwind… Él fue el primero en hablarme de la etapa chunga de Battiato, de darme la turra con la música progresiva. Él me regaló mi primer artefacto de Barrett, un artista que protagonizaría una buena parte de la banda sonora de mi vida. Acababan de publicar el Opel y, supongo, decidió hacerse con dos copias para regalarle una al hijo de su socio. Qué grande, Toño. Me pregunto si Barrett ocuparía el lugar que ahora ocupa en mi vida de no haber sido por ese disco.

Toño tenía mucha música, muchos elepés de su vida pasada y muchos, muchísimos cedes para la mañanada. Y yo tuve la suerte de coincidir con él durante los años de la conversión al, ay madre, sonido digital. Me regaló tantas cosas, tantas cosas buenas, que apenas sí sabría por donde empezar. Crimson, Soft Machine, Tangerine Dream… Hasta un original del primero de Máquina, que guardo como oro en paño. Había estudiado teleco en Barcelona en los años 70 y, supongo, se le habían puesto a tiro discos cojonudos. No desaprovechó la oportunidad, vive dios que no. Y luego fue tan generoso que me los regaló a mí. Y yo, claro, no protesté. Al contrario.
 
Cada vez que se pasaba por casa, lo hacía con unos cuantos discos debajo del brazo para que yo eligiese cuáles quería y cuáles no. Rara era la vez que se tenía que llevar alguno de vuelta. Sólo recuerdo una vez, no sé por qué, que decidí que no me interesaba un Forever Changes español, Serie Pioneros, porque ya lo tenía en cedé. Uno de mis discos de la vida, quién sabe por qué le dejé marchar con él. Cousas veredes.
 
De Toño, de su vida personal, sabía más bien poco. Era protestante y fumaba cigarrillos narcóticos todas las noches, antes de irse a dormir. Con el tiempo, eso me ayudó a entender cosas como Tangerine Dream y así. Tenía una hija y cara de buena persona, como un John Candy vigués. Y se descojonaba de mí por escuchar singles. Me preguntaba que adonde iba yo escuchando eso, que si esas cosas tan cortas había que escucharlas de pie junto al tocadiscos… 
 
Una vez vino a casa y mi padre se empeñó en que hablásemos de mi carrera. Yo estaba a punto de terminar el COU y había que elegir universidad y todo lo demás. Mi padre había organizado todo para que Toño me contase las beldades de la Ingeniería de Telecomunicaciones que, a decir verdad, yo ya iba a estudiar de todos modos. Se trataba, al parecer, de un viaje organizado ex profeso para que esa conversación tuviese lugar (aunque a mí me lo vendieron como un “ya que Toño anda por aquí, por qué no os sentáis y habláis”). A Toño la cosa le traía sin cuidado, en realidad tenia tanto apego por su carrera formativa como el que tengo yo ahora por la mía. La conversación, tal como la recuerdo, en el salón de casa de mis padres, apenas duró 5 minutos. Pero mi padre, aún a día de hoy, se atribuye el mérito de la decisión. Como si esos cinco minutos hubiesen cambiado el curso de mi vida. Aún me lo recordó no hace mucho, el jodido. Con mi padre, a veces, hay que echarle una paciencia del carajo. Pero yo le quiero igual, claro.
 
Lo que sí tengo claro es que, si la influencia de Toño marcó de alguna forma el curso de mi vida, no fue por la conversación de marras.
 
Pero entonces llegó el día. En un momento dado se peleó con mi padre y ya no nos volvimos a ver. Quizás no acabaron exactamente a hostias, no lo sé. Es una conversación que, en casa, no suele ser muy bien recibida (en casa de mis padres, se entiende). Pero, por haches o por bes, no volví a saber nada de él. Y ahora daría la mitad de los discos que me dejó en usufructo por tomarme con él una cerveza escuchando el Islands que él me regaló, o el Hot Rats, qué cosas. 
 
Quién sabe cuántos emepetreses habrá acumulado a estas alturas -es la última filia que le conocí, antes del gran calambre final: la acumulación compulsiva de archivos de audio. Miles de millones. Seguro. Me lo imagino en su piso junto al estadio de Balaídos, con todas las paredes forradas de discos duros, de arriba abajo. Con luces parpadeantes y calor digital. Como un Richmond Avenal en la sala de servidores de IT Crowd. O peor.
 
Yo, por lo pronto, me voy a calar el Electric Warrior que me regaló allá por el año 90 o 91. Si no lo he pinchado mil veces, no lo he pinchado ninguna. 

6 comentarios en «Supercontagiadores: Toño»

  1. ¡Vaya historia más guapa Inside! Qué bien narrada y cómo transmite el sentimiento de cariño y respeto a tu mentor musical.

    Estaba esperando que al final de la historia te hubieses reencontrado con él. ¿No hay manera? Si hay que hacer una colecta para contratar a Leo Caldas y que lo busque por Vigo cuenta conmigo!

  2. me leia trece o catorce historias como esta, eh? sin moverme de la silla. aplausos y genuflexiones.
    ah! y discazo ese de maquina. y el electric warrior, mi bolanda favorita.

  3. Muy chulo, Inside.

    Que lástima cuando se pierde el contacto con gente buena por razones que… en realidad, no son tus razones. Me estoy acordando de un caso concreto, evidentemente.

  4. Gracias ragazzi. Me alegra que Toño haya despertado sus simpatías.

    Mola la historia del reencuentro que comenta Manitoba pero, lamentablemente y por lo menos de momento, no ha podido ser. Supongo que a mi padre no le haría mucha gracia si se enterase, ni que decir tiene que siguen «enfadados». Aunque, en verdad, tampoco se lo tendría que decir.

    No sé, lo mismo y me animo un día de éstos. Estoy seguro de que sería fácil dar con él, incluso sin la ayuda del Leo Caldas de turno.

    Dejo por aquí una lista de discos «heredados» de Toño, para su regocijo (de ustedes) y, también, envidia sana. No incluyo el Opel de Barrett porque, como comentaba, fue comprado ex profeso para mí. Todo lo demás es parte de lo que otrora fue la colección personal de Toño y, por supuesto, es fruto de su inmensa generosidad. Seguro que me dejo algunos, pero esto es lo que recuerdo a bote pronto.

    La ordenación es, por cierto, 100% arbitraria.

    -Cream. Wheels of Fire
    -Cream, Live Cream
    -Derek And The Dominos, Layla And Other Assorted Love Songs
    -Electric Light Orchestra, Electric Light Orchestra
    -The Graham Bond Organization, The Beginning Of Jazz-Rock
    -Jimi Hendrix, Are You Experienced?
    -Jimi Hendrix, Electric Ladyland
    -Jimi Hendrix, Band of Gypsys
    -King Crimson, In The Wake Of Poseidon
    -King Crimson, Lizard
    -King Crimson, Islands
    -King Crimson, Larks’ Tongues In Aspic
    -King Crimson, Red
    -McDonald and Giles, McDonald and Giles
    -Hawkwind, X In Search Of Space
    -Hawkwind, Space Ritual
    -Hawkwind, Hall Of The Mountain Grill
    -Hawkwind, Warrior On The Edge Of Time
    -Tangerine Dream, Ricochet
    -Tangerine Dream, Rubycon
    -Frank Zappa, Hot Rats
    -Frank Zappa, Over-nite Sensation
    -Frank Zappa, Apostrophe (‘)
    -Frank Zappa, Captain Beffheart, Bongo Fury
    -Captain Beefheart, Bluejeans & Moonbeams
    -T. Rex, T.Rex
    -T. Rex, Electric Warrior
    -Soft Machine, Collection (sus dos primeros discos en un doble elepé)
    -Maquina, Why?
    -Nektar, Journey To The Centre Of The Eye
    -Caravan, In The Land Of Grey And Pink
    -Gong, You
    -Steve Hillage, Fish Rising
    -Rush, A Farewell To Kings
    -Family, Anyway…
    -VVAA, One Night With Blue Note Preserved

    Aprendí de él otras muchas cosas (Gentle Giant, Edgar Broughton Band, sabe dios qué más), pero éstos son los discos que su generosidad hizo míos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *