Esta es una cuestión recurrente que ha sido debatida en profundidad por politólogos, economistas, marxistas, trekkies y otras gentes de mal vivir, por increíble que resulte. No pretendo, por tanto, dar una respuesta definitiva, un análisis exhaustivo ni nada que se le parezca. Quien busque una tesis sobre las consecuencias sociales y económicas de la tecnología de replicación materia-energía, se sentirá defraudado. En cambio, si buscan imágenes de Spock con iconografía política pop del siglo XX, han venido al sitio adecuado.
Podríamos empezar por la cita más evidente, la que condensa el sistema socio-económico del futuro en Star Trek, la que siempre se suele mencionar en discusiones de este tipo. Así nos la quitamos de encima y podemos pasar a cosas más interesantes y divertidas.
«La economía del futuro es algo diferente. Verás, el dinero no existe en el siglo XXIV… La adquisición de riqueza ya no es lo que nos motiva. Trabajamos para mejorarnos a nosotros mismos y al resto de la humanidad. Mucho ha cambiado en trescientos años. La gente ya no está obsesionada con la acumulación de ‘cosas’. Hemos eliminado el hambre, la miseria, la necesidad de posesiones.»
Picard en Star Trek First Contact.
La misma cita, por cierto, se repite con mínimas variaciones en otros entregas de Star Trek, muy notablemente en el último capítulo de la primera temporada de The Next Generation, donde Picard se la espeta no una, sino dos veces a un tiburón de los negocios del siglo XX recién descongelado que se pone muy pesado con lo de hablar con su abogado y su agente de bolsa. Esto de repetir citas, escenas o capítulos enteros, el sublime arte del copy/paste, es algo muy de Star Trek y muy capitalista, por cierto.
Pero volvamos a la cita. A simple vista, parece una utopía comunista: no hay capital, la propiedad privada se menciona como algo al menos innecesario y probablemente indeseable…
Pero la realidad en Star Trek no es así. Hay propiedad privada, y no solo de bienes de uso particular, sino también de negocios. El padre del comandante Sisko de Deep Space 9 tiene un restaurante en Nueva Orleans. La familia de Picard posee unos viñedos en Francia, etc. Y los ciudadanos de la Federación, aunque no se entre en grandes detalles, disponen de algún tipo de moneda o título de cambio que les permite intercambiar bienes o servicios, al menos con otras civilizaciones que todavía no se han dado al jipismo hardcore de la Federación, como los ferengui (más sobre ellos más adelante).
O sea, que no es estrictamente una utopía comunista, pero tampoco es capitalista. El capitalismo –o quizás cualquier economía, dejaré ese asunto para gente que entienda o, simplemente, le importe una mierda– es la gestión de la escasez de los recursos: las cosas tienen un precio porque son escasas y hay que competir con otros ofreciendo un valor por el acceso a ellas. En Star Trek se ha suprimido la escasez por vía de la tecnología y las cosas no tienen precio, al menos dentro del idílico contexto de la Federación, que ya queda dicho que otras civilizaciones/imperios/whatever no se rigen por los mismos parámetros.
Y aquí es donde entran los ferengui, Como casi todas las civilizaciones alienígenas en Star Trek, se basan en algún modelo histórico o caricatura de él. Los romulanos son, obviamente, romanos. Cardasia es un estado totalitario militarista basado en el estalinismo. Los klingon originalmente eran mongoles, aunque luego se modificase el concepto.
Y, finalmente, los ferengui son una caricatura exagerada del capitalismo desaforado (la primera vez que aparecen en Star Trek: The Next Generation, se les compara con «comerciantes yanquis del siglo XIX»). Su modo de vida está regido por las «Reglas de adquisición», algo que tiene poco más o menos la categoría de libro sagrado y que está compuesto de una serie de aforismos disparatados y divertidísimos de este tenor:
«Una vez que tengas su dinero, nunca lo devuelvas.»
«Nunca permitas que la familia se interponga en el camino de la oportunidad.»
«La codicia es eterna.»
«Un contrato es un contrato es un contrato… pero sólo entre ferenguis.»
«Nunca pongas la amistad por encima del beneficio.»
«Nada es más importante que tu salud… excepto tu dinero.»
«La guerra es buena para los negocios.»
«La paz es buena para los negocios.»
«Expandirse o morir.»
«Trata a la gente que te debe algo como a tu familia… explótalos.»
«Los empleados son los peldaños de la escalera al éxito. No dudes en pisarlos.»
«No tengas miedo de etiquetar engañosamente un producto.»
Otras razas pueden ser siniestras, temibles o repulsivas, pero solo los ferengui son sistemáticamente cómicos y ridículos. Y siempre por su modo de vida chorra-capitalista. Lo cual está muy bien, porque la caricatura es divertida y funciona.
Al final, sin evidencias sólidas a las que asirse, no se puede asumir que el Sr. Rodenberry, creador del invento, ni ninguno de los productores, guionistas o show-runners que le sucedieron, fuesen agentes rojos infiltrados en el corazón de la capitalista América para destruir el sistema desde dentro y cantar las bondades del colectivismo socialista. Al fin y al cabo, la santurronería de la Federación y sus altos principios morales también reciben lo suyo de cuando en cuando.
En lo que sí fueron pioneros y adelantados a su época es en la preocupación por las discriminaciones identitarias, tanto de raza como de género. Entonces eso no estaba en la agenda de nadie, y fue valiente y encomiable que quisieran darle ese enfoque. Mucho más valiente y necesario entonces que ahora, dicho sea de paso.
Quizás Star Trek sea simplemente optimista por querer imaginar un sistema futuro en el que muchos de los problemas actuales puedan superarse. Evidentemente, es incapaz de dar una explicación racional a cómo se consigue eso, más allá de un difuso y genérico «Nos hicimos mejores personas.», lo que no se creen ni ellos, como demuestra que estén continuamente dándose de hostias con gente de dentro y de fuera de la Federación que no ven las cosas de la misma manera y que tengan que montar un estado militarista para encargarse de ello.
Al final, lo más sensato es tomarlo como lo que es: un producto de entretenimiento. La mayoría de las discusiones que he leído sobre este asunto (algunas extraordinariamente áridas y sesudas), son claramente interesadas políticamente, en un sentido o en otro (hasta el mismísimo Varoufucker ha arrimado el ascua a su sardina), y creo que se les escapa el sentido de cualquier producto de este tipo: entretener mediante la presentación de conflictos. Que pasen cosas. Cosas horribles, cosas divertidas. Cosas que mantengan al público entretenido. Cosas que, en definitiva, hagan que le den su tiempo y su dinero al productor de la fantasía.
Cualquiera con un mínimo de sentido crítico puede identificar un panfleto cuando lo ve, y Star Trek no lo es. La santurronería jipi y aeconómica es poco más que un McGuffin para que pasen esas cosas y un telón de fondo optimista para que el público se ilusione con un futuro feliz (porque precisamente ese era el producto que vendía Star Trek: el futuro).
En cualquier caso, siempre es recomendable aplicar un poco de la fría lógica y el escepticismo vulcaniano y contemplar cualquier debate sobre estos asuntos con un alzamiento de cejas tan cínico como sexy.
Larga vida y prosperidad, humanos.
Artista diletante profesional: de la literatura a los videojuegos pasando por la música o el cine, no hay arte a la que no haya ofendido.
No he visto un capítulo o una película de Star Treck en mi puta vida de bobo pero no por ello dejo de envidiar y admirar a todo hard-die fan que sea capaz de teorizar y debatir sobre subculturas hasta llegar a extremos como los de este delirante (a la par que razonable) planteamiento. El mundo necesita adorables chalados asina (yo no me incluyo por falsa modestia).
Iba a comentar en esa línea. Yo me hice a un lado de lo «trekkie» en cuanto vi que la única arma a bordo de la nave espacial era una especie de mando de garaje. No vi factible ir galaxia arriba galaxia abajo sin un buen pistolón. Duré lo que viene siendo medio capítulo. Pero eso no quita que reconozca que algo tan gigantiano como la cultura «trekkie» o lo «trekkie» como forma de vida no puede basarse o basearse en simplemente tres o cuatro ideas, sino que algo con más enjundia habrá detrás. Y si ya de ahí se pueden extrapolar teorías socioeconómicas…
Supongo que lo del mando de garaje serán los phasers. Además, en consonancia con el jipismo citado, normalmente están en modo «stun», para ponerlos en «kill», tiene que liarse realmente parda. Realmente hasta las películas y series más recientes, Star Trek no iba de batallitas.
Pocas cosas hay más ye-yes, pop y siglo XX que Star Trek: son de los nuestros, aunque no lo sepan ni lo sepamos. Además, de entre todas las subculturas freakies, esta posee un número inusitado de féminas y, en general, son más entrañables que ridículos. Únanse.
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Desconozco totalmente el universo start trek, pero el texto me ha gustado. Me resulta increible que haya gente que dedidque su tiempo a escribir libros sobre el tema, pero algo parecido se podría decir sobre lo que hago yo con el mío.
¿Libros? Hay tanto ensayos rocosos sobre temas como este, o bien fanfics con historias alternativas, hay películas de fans, hay videojuegos, hay academias para aprender klingon, está el psicotrópico mundo de las convenciones… Si todo eso desapareciese, ríase usted de la crisis de la pandemia, el descalabro al PIB global nos mandaba de vuelta a la edad media…
Hombre, comunista, comunista… no creo, pero es un clásico de la ciencia ficción colocar conflictos reales (…sociales…raciales, etc…) fuera de contexto para obligarnos a verlo con otros ojos. Supongo que los sucesivos guionistas no han sido ajenos a esa corriente.
Yo sólo he leido dos o tres cosas sueltas, pero incluso el tema de los robots tal y como lo trata Asimov motiva a darle dos o tres vueltas en la cabeza.
Sí, Asimov es muy interesante precisamente por eso, y más incluso que la movida de los robots, el ciclo de la Fundación.
En cuanto a lo otro que dice de llamar comunista a cualquier cosa, pues también. Ya dije que en estas historietas todo el mundo arrima el ascua a su sardineta: están los que dicen que es comunista como un insulto, y los que dicen que, como es comunista, mola. Y normalmente se equivocan. La charla de Varoufucker, no obstante, está muy bien: aunque patina claramente en lo de Star Trek, sus reflexiones son interesantes.
…otra cosa sería esa costumbre que existe hoy de llamar «comunista» a todo el que quiera que el estado haga algo más que ejército y policía. Pero ese desfase no es tan antiguo, creo, me apuesto algo a que en EEUU no empezó antes de mediados de los 80…y Star Trek ya llevaba tela en antena.
Por cierto que hoy los Americanos de bien han dejado claro quién es realmente un peligro para las instituciones de su amado país…