Era imperativo: tras la revelación de la semana pasada, había que hablar de los Fall. Mi primer impulso fue dejar una entrada en nuestro topic miscelánea con nombre escatológico, pero no tardé en decantarme por abrir un nuevo saloncito, uno particular, sólo para los Fall. Finalmente, y que sea lo que dios quiera, me he decidido por el artículo porque los Fall se lo merecen todo. No vamos a ponernos ahora con menudencias, que estamos hablando de Mark E. Smith. Tengo algo grande que contar, es mi historia de The Fall. Mi manual de instrucciones.
Los que frecuenten estos lares -y presten un poco de atención- sabrán que llevo unos meses metido en la sucia movida del jazz. Me pasa cada tres o cuatro años, y me suele durar unos seis meses. Me dedico a la materia en cuerpo y alma, me hago con unas cuantas referencias que en ese momento considero fundamentales y, después, si te he visto no me acuerdo: pongo los discos en barbecho hasta la siguiente fiebre. Quizás la cosa no sea tan exagerada y haya ciertos músicos que nunca dejo de pinchar con cierta regularidad (Miles, Coltrane y Monk, por simplificarlo un poco) pero, en general, mentiría si dijese que las fiebres no existen. Existen, vaya que si existen. Y yo, ahora, estoy metido hasta las trancas (no solo me pasa con el jazz, por cierto; peor fue una que me dio hace años, que pinchaba el Forever Changes hasta dos o tres veces al día: mi mujer de subía por las paredes).
El caso es que, y permítanme que empiece a centrar el tiro, mis fiebres tienen consecuencias severas y, como toda operación militar que se precie, los daños colaterales pueden ser importantes. En este caso estamos hablando, sí, de mi mujer -que es una santa y lo aguanta todo (menos el kraut) pero que, nos ha jodido, a veces me pide una pausa.
-Y no podemos hoy escuchar otra cosa distinta, que estoy ya aburridísima de tanto jazz? -Me pareció una petición más que razonable y, no sé muy bien por qué, opté por una sesión intensiva de los Fall, que nos gustan mucho a los dos.
Y, burdel de dios, qué sesión. Con un par de botellas de Barolo de por medio y siete discos como siete soles, casi hasta diría que tuve una revelación. Musical, sí, pero también existencial: la intensísima pestilencia británica de la música condujo la conversación hacia el balance vital de nuestros últimos años -desde la mudanza a Glasgow- y de los que están por venir -con nuestra hija, La Condesa, creciendo en este entorno marciano. Me sentí, nos sentimos, más españoles que nunca (yo, que nunca fui de ésos), pero también más British que la columna de Nelson. Y tuve en el momento (tuvimos, quizás) la sensación de estar viviendo uno de esos instantes que, sin duda, formarán parte de la película de nuestras vidas, ésa que veremos al morir.
Soy dado a la exageración, bien lo sabe dios.
Vaya por delante que no soy, ni mucho menos, un completista de los Fall. Tengo una colección de entre 10 y 15 discos que, para cualquier otra banda, se podría considerar algo más que decente pero que, tratándose de los Fall, habrá quien diga que soy un mero aprendiz. Y quizás no le falte razón. Pero, por lo que he leído (y escuchado) por ahí, creo que la cosa progresa adecuadamente. Que tampoco se hizo Roma en un día.
N. del A. Ni que decir tiene que, si alguien cree que me estoy perdiendo algo grande, que hable cuanto antes: los comentarios están abiertos!
Mi historia con los Fall es, supongo, la misma que la de muchos de por aquí: me apabullaban, me faltaban arrestos para echarle mano al proyecto. La inmensidad de la empresa y mi completa ignorancia de por dónde empezar marcaban una cuesta arriba que no me veía con ganas de subir. Siempre había algo más asequible que terminaba llevándose el gato al agua. Pero poco después de mudarme a Glasgow conocí a Kevin, el facilitador-supercontagiador que me explicaría por dónde iban los tiros.
Llevábamos unas semanas trabajando juntos pero no habíamos tenido la más mínima relación allende lo meramente profesional. Hasta que, un día, di la dirección de la oficina para que me enviasen un single que me había pillado en eBay y Kevin, al ver el paquete, descubrió mi secreto (se trataba, por cierto, de la edición francesa del 7” de Kick Out the Jams, de MC5). Como a buen enfermo de la música que era, le faltó tiempo para venir a ver de qué disco se trataba.
-That’s an unmistakable package, my friend -me dijo.
Nos pasamos los siguientes días hablando de música sin parar. Yo estaba recién llegado a la ciudad y, no podía ser de otro modo, me hizo mucha ilusión encontrar un alma afín. En ese momento yo me acercaba peligrosamente a los 40, pero la situación me recordó a esas amistades incipientes de la juventud, en las que uno arde de impaciencia por ver si tal o cual grupo también está entre los favoritos del nuevo compinche (buscando, sí, el equilibrio perfecto entre la complicidad y la clase magistral).
-¿Cuál es tu disco favorito de la Velvet? Y a Jason Molina, ¿lo controlas? ¿Y los Go-Betweens? ¿Me estás diciendo en serio que no tienes nada de los Go-Betweens?
Mi nuevo compinche, por cierto, tenía tres años menos que yo.
Durante nuestras primeras conversaciones, los Fall no tardaron en salir a la palestra. Eran uno de los grupos de cabecera de Kevin, y hasta le sorprendió un poco que yo no los trabajase. Quizás sea por la influencia de John Peel o algo, pero aquí los Fall son, desde luego, un fenómeno mucho más importante que en España. Aquí los controlan hasta los abuelos y, si eres musiquetero de bien, no sólo los controlarás, sino que además tendrás tu buen par de discos en casa. Nos llevan años de ventaja, los muy jodíos.
Kevin conoció a los Fall gracias a la BBC Radio 6 Music, al programa de Marc Riley -que, si bien ahora se dedicaba a la radio, había sido miembro de los Fall en sus primeros años. Una tarde, escuchando el programa, éste resultó ser un especial sobre la Peel Session de Sonic Youth en la que tocaron únicamente versiones de los Fall. Empezaron, o así lo recuerda Kevin, con Sonic Youth versioneando a los Fall versioneando a los Kinks. Se trataba, en efecto, de Victoria. Y a Kevin le gustó lo que escuchó, vaya que si le gustó. Se puso a investigar y terminó haciéndose con una copia del Slates en cedé, con bonus tracks y la hostia. Middle Mass -el tema que abre el disco- le pareció lo mejor que había escuchado en años, pero al llegar a los temas extra, la Peel Session le folló la mente. Hip Priest le tumbó como un rayo demoledor.
Estaba enganchado de por vida, que los Fall son como los Trinitarios, y de ahí no se sale así como así.
Creo que lo primero que me contó sobre Mark E. Smith, entre orgulloso e indignado, fue la anécdota del concierto en Queen Margaret Union, en la gira del 2009. Al parecer, se estaba recuperando de una rotura de cadera, y se hizo toda la gira subido a una silla de ruedas, deambulando por el escenario y desenchufando los instrumentos de los mercenarios que, en ese momento, formaban parte de los Fall. Y, lo más sangrante, cantando los bises desde el backstage. Pero, en Glasgow, debía de tener un día particularmente malo porque el tío ni se molestó en poner un pie sobre el escenario. Se hizo todo el concierto desde el camerino, cantando desde ahí. Así, con dos cojones (y un micro con un cable muy largo, supongo).
La anécdota me conquistó, la cosa no podía pasar de esa misma tarde. Necesitaba una guía iniciática, había que profundizar. Abrimos Discogs y Kevin me explicó todo lo que había que saber: preparamos la lista que iluminaría mi viaje al fin de la noche de los Fall. Ahora ya sólo me faltaba encontrar los discos. Lo más difícil ya estaba hecho.
Todo esto, si bien muy tarde en mi vida, sucedió antes de la última serie de reediciones, así que tampoco es que los discos de los Fall se encontrasen en el quiosco de la esquina: pasaron unas cuantas semanas hasta que pude empezar a sacarle partido a la lista. Pero un día se alinearon los astros y, en una tienda de por aquí, me topé con dos discos de los Fall. Eché mano a la lista y, sí, uno estaba entre los elegidos. Y era su primer elepé! (Con Marc Riley al bajo, pero yo eso no lo sabía entonces)
De chaval tenía la costumbre de comprar los discos por orden de edición. Empezaba por el primero, después el segundo y el tercero y así. Me parecía, solía decir, la mejor manera de entender cómo el sonido de la banda iba tomando forma (en algún caso) o perdiéndola (en la mayoría). Obviamente es una costumbre que he abandonado hace muchos, muchos años pero que, con el Live at the Witch Trials en la mano, mientras esperaba para pagarlo y llevármelo a casa, me pareció el plan de ataque perfecto (el primer disco de la banda ocupaba el número siete en la lista de Kevin). El viaje había comenzado.
A Live at the Witch Trials le he dado tantas vueltas que no sabría ni por dónde empezar. Frightened, el tema que abre el disco, me parece una declaración de principios apabullante, ¿qué mejor manera que ésta para empezar una (extensa) discografía? Con esas guitarras que, de algún modo, me recuerdan tanto a los primeros PiL, con ese teclado tontorrón… Y como canta Mark E. Smith! (su letra, por cierto, no pudo parecerme más acertada el día de la revelación: parecía estar escrita para mí). O Rebellious Jukebox, el tema más new wave del disco, que suena como una apisonadora que se te acaba de enganchar a la bufanda.
Mención especial para Mother-Sister! que, sin ser siquiera mi preferida del disco (ni mucho menos), sí es la canción de los Fall con la que más me he descalabazado. Con ese aire de Marcha Naranja, constituye un retrato (por lo menos en mi mente) de la juventud británica hipersexualizada y taruga con la que sigo aprendiendo a convivir. La letra de esa canción sintetiza el porqué de mis huevos de punta ante la imagen de La Condesa cumpliendo los 15 en (la pérfida) Albión. De corbata se me ponen.
Al cabo de unas semanas tenía el disco desgastado. Se trataba, a estas alturas, de un tema ya más que flagrante: había que salir a por más. Y, no time Toulouse, un sábado tontorrón cogí el coche y me fui a la otra tienda decente de la ciudad, la que tiene más mandanga de segunda mano, a pillarme más cosas de los Fall. Como decía antes, todo esto es anterior a la última campaña de reediciones así que, en verdad, mis opciones de éxito eran más bien escasas. Pero sonó la flauta. Vaya que si sonó. Un orfeón entero de flautas y platillos y la hostia porque, vaya champa, tenían originales de los cuatro discos que encabezaban la lista que Kevin me había preparado. Grotesque (After the Gramme), Hex Enduction Hour, Perverted by Language y This Nation’s Saving Grace. No me lo podía creer. ¿O es que los programas de cámara oculta en España son una basura comparados con los de aquí?
-You’re a lucky bastard, it took me years to find all these records -me dijo Kevin cuando le conté la hazaña. -You could fall in the river Clyde and come out holding a salmon in your mouth.
No le faltaba razón.
Al llegar a casa no daba abasto. Grotesque me pareció una salvajada como pocas había oido antes, pero me entró como la seda. Los 8 “see yer mate” de C’n’C-S Mithering, letanía sucnor de manual (a la altura del solo de guitarra de Boredom de los Buzzcocks), dan paso a la que posiblemente sea, aún a día de hoy, mi canción favorita de los Fall: Container Drivers. Un rockabilly a la inglesa, muy a la inglesa, que Mark E. Smith difícilmente podría haber cantado mejor. Todavía no ha llegado el día en el que esta canción no me ponga de buen humor. Más que el Come On tocado por los Stones, que ya es decir.
Pero tras Grotesque llega Hex, y aquí ya estamos hablando de palabras mayores. En sólo dos años, se desmarcan con un sonido mucho más elaborado y graban EL DISCO. Todo en él es perfecto, no sabría ni por donde empezar. The Classical, Hip Priest, Winter (el Sister Ray inglés, partida entre las dos caras del album, mi favorita) y, por supuesto, Iceland -país donde se grabó el artefacto. Cuenta la leyenda que, un par de años después de que se publicase Hex Enduction Hour, Berry Gordy decidió que quería fichar a alguna banda inglesa para una nueva división de Motown que iba a lanzar en el Reino Unido. Y alguien le sugirió a los Fall (qué ideón, eh!?). Pero, al echar mano de su disco anterior, Hex, las dos primeros versos de The Classical le hicieron levantar la aguja y mandarlos al carajo (Where are the obligatory niggers? Hey there, fuckface). No se me ocurre un solo grupo que pudiese pegarle menos a Motown, todo sea dicho de paso. Los Exploited, tal vez.
Perverted by Language es el primer disco con Brix, la que fue esposa y compañera de fatigas de Mark E. Smith y, claro, elemento fundamental en el sonido de la banda. En Hotel Blöedel es quizás donde deja su sello más patente, yo diría que es lo más parecido a una “canción bonita” que los Fall hayan hecho nunca. El tema que abre el disco, Eat Y’self Fitter, es una de las favoritas de su gran valedor, el gigante John Peel. Y, también, un grandísimo ejemplo de la primera máxima del grupo: la repetición (We’ve repetition in the music, And we’re never going to lose it).
El último de los cuatro de aquella tarde fue This Nation’s Saving Grace, mi favorito con Hex. Siempre tiendo a agrupar -mentalmente, se entiende- estos discos de dos en dos y, si Grotesque va con Perverted, This Nation’s va con Hex. Ambos tienen ese cariz un tanto más asequible, más moderado, ese sonido no tan, cómo decirlo, tacaño (pero, claro, que nadie olvide que aquí estamos hablando de los Fall). Mansion, What You Need, Couldn’t Get Ahead (el nuevo Container Drivers), My New House (es una guitarra acústica eso que escucho?); mucha mandanga en la línea habitual de la banda. Pero también mucho, muchísimo sonido Brix: la versión reprise de Mansion al final del disco (To Nkroachment: Yarbles, buenísima!), L.A. y, sobre todo, Paintwork, el tema estrella de la entrega, sin duda (esto lo digo yo, igual luego viene la autoridad y me pone de vuelta y media).
Otro imprescindible. Si Hex era EL DISCO, éste es… pues EL DISCO también, que tampoco estoy hoy como para ponerme de alquimista de la lengua española. Me falta salero.
Los cuatro discos, uno detrás de otro, me volvieron loco. No me podía creer que algo así se me hubiese pasado desapercibido hasta entonces. Y, compulsivo como soy, di rienda suelta a mi compulsión hasta completar la famosa lista de Kevin (las reediciones que llegaron después hicieron la empresa mucho más asequible, claro). Slates, el minielepé iniciático de mi supercontagiador, la trilogía Brix de la segunda mitad de los ochenta (Bend Sinister, The Frenz Experiment y I Am Kurious Oranj, no sabría decir cuál me gusta más), The Wonderful and Frightening World of (Lay of the Land, qué grande -sólo por esa canción ya hay que hacerse con el disco), la reco de singles, las Peel Sessions… De momento -los más perspicaces lo tendrán, a estas alturas del relato, más que meridiano- soy un completo ignorante de todo (o casi todo) lo publicado por Mark E. Smith después de 1990. Pero, que nadie pierda el aliento, todo se andará. Que solo llevo seis años dándole vueltas al tema, y todavía queda mucha mili.
El último en caer, por cierto, ha sido Dragnet, su segundo elepé (que Kevin me había recomendado ignorar). Hace unos tres o cuatro meses que me lo traje a casa, nada más. Otro compañero de curro, Angus, me dijo que era su disco favorito de los Fall (y, de nuevo, los Fall eran el grupo de su vida), así que tenía que catarlo. Angus es un geniecillo de las bases de datos y, me temo, su cerebro funciona diferente del mío: si bien la cara A me pareció tan buena como el Grotesque, por ejemplo, la B se me está haciendo algo de bola. Demasiada repetition, me temo. Y sonido de baja estofa en donde los haya. Pero Your Heart Out, ella sola, ya hace que el disco merezca la pena.
El próximo será Extricate, tengo la espina clavada hace meses. Y, desde la noche de la revelación, la espina ha empezado a palpitar… Lo mismo y, con la tontería, se me ha pasado la fiebre del jazz de ese año. Cousas veredes.
Kevin, por cierto, seis años después de nuestra aventura con los Fall, sigue siendo el mejor amigo que he hecho por aquí. Poco después de iluminar mi viaje iniciático, se vino a mi boda en Castellón y, para regocijo de mi familia -que ni tiene vergüenza ni la conoce- se trajo el kilt. Hasta mi tía abuela intentó ver qué escondía debajo.
Todos los años, el 11 de agosto, celebramos la edición del epé debut de los Fall, Bingo-Master’s Break-Out!, regalándonos mutuamente sendos discos: cada uno le da al otro el que considera que es la mayor carencia en su colección. Pero permítanme que, por esta vez, me salte los detalles. Se me hace tarde y he de ir a contarle un cuento a La Condesa.
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Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco. Y amo así la vida, y tomo de todo un poco. Me gustan las mujeres, me gusta el vino. Y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido.
Ni los conocía. Estoy escuchando cositas sueltas a consecuencia de su artículo… con la desagradable sensación de que me estoy perdiendo mucho al no entender las letras!
muy bueno e interesante. yo solo he comenzado mi andadura fall hace poco y tu guía me va a ayudar bastante, que como dices en el artículo, tienen demasiados discos y no sabía muy bien por dónde tirar. parece que empecé con buen tino porque mi primera adquisición fue el hex enduction hour y es el disco suyo que más he escuchado. luego, ya con las reediciones de superior viaduct en el mercado, me hice con slates y room to live.
lo de las fiebres también me resulta familiar. ahí ando también liado con el jazz, y disfrutándola como un niño chico, pero por suerte o por desgracia, las mías son de tiempo indeterminado. la última me duró casi seis años!
Uffff, los Fall, los pinta usted demasiado bien, me tienta. Yo empecé tanteando con el «This nation’s …» y sentí la impotencia de quien intenta amarrarse al puño de La Cosa para reducirlo. Después me pasó como a su amigo y por vía Kinks pensé que igual el señor Smith tenía un día raro mi primera vez y me hice con el «Frenz experiment». Sobrevive en mi estante gracias a «Victoria», esto es así y ya es mucho decir dada mi tendencia terapéutica a deshacerme cada cierto tiempo de bastantes discos. Pero se que nunca es tarde si la dicha es buena y esto quiere decir que, o bien me pasa como con esos Sonic Youth que he tardado 30 años en disfrutar, o el mundo seguirá girando ajeno a mí y mis fobias e impotencias. Por lo pronto les pegaré una escucha a ver qué tal HE envejecido.
Concuerdo con la alabanza a sus cualidades como vendedor. ¿Cuánto le pagan, eh? Confiese…
Me dan ganas de ponerme otra vez, a pesar de que mi relación con ellos oscila entre la indiferencia y el ligero disgusto (y sé que no va a cambiar, pero me dan ganas eh…)
Muy bien el texto! Grotesque-slates-hexen son los tres imbatibles para mí. Llevo muchos muchos años obsesionau con el tal MES. Curiosamente a mí «dragnet» me parece de sus mejores discos y en cambio «Live at the witch trials» no lo pondría entre mis 20 preferidos, tiene ese sonido como gomoso que hace que no me transmita tanto como otros. Otro de la primera época que merece especial atención es el directo Totale’s turns, quizá es que lo pillé de joven también, yo qué sé, pero le tengo especial cariño. La etapa de Bend sinister a Shift work la verdad es que es la que menos me llama en los últimos tiempos (cosa que mañana puede cambiar), quizá los veo algo más adocenados ahí, menos locos, pero por otro lado están llenos de canciones brutales. En cambio algunos de sus discos más denostados de despues me parecen muy apetecibles; irregulares pero llenos de locuras guays. Bueno…yo tampoco soy muy experto, como casí todos por aquí tiendo a dividir mi atención entre mil subgeneros y músicos, así que tampoco llego a profundizar mucho en casí nada.
Muy de acuerdo con lo que dice Padrecito, en este caso las letras son demasiado importantes para los que tenemos un dominio escaso del inglés, como es mi caso.
Otra cosa en que merece la pena zambullirse es en la carrera de los «fallen»…marc riley and the creepers o Blue orchids sobre todo, pero bueno, eso ya es otra historia (vaya brasa he soltau…)
Muchas gracias, señores. Me alegra haberles despertado la curiosidad (a los neófitos) o el interés (a los que ya saben de qué va la cosa). No voy a insistir en lo buenos que me parecen, creo que ya he abundado bastante en la materia.
Pero, en cuanto a lo de las letras, supongo que es verdad que es uno de los alicientes. Aunque me sigue pareciendo una banda 100% disfrutable por la música sin más!
Me apunto, por cierto, los discos que habéis comentado por ahí y que no tengo por casa.
Pues cosas de nuestras sincronías…andaba yo justo al leer esto preparando monográfico sobre los caidos. Hoy ha sido el dia de autos. https://www.ivoox.com/08-14-the-fallen-04-02-2021-audios-mp3_rf_64955722_1.html
Sí, lo de las letras debería considerarlo algo relativo. Al fin y al cabo yo sin tener mucha idea de inglés los he escuchado compulsivamente desde que cayo en mis manos grotesque hace 25 años como mínimo. La forma de cantar desafinando de MES y la sonoridad de las palabras que elije son más que suficiente.
A la hora de comprar discos de The Fall (no tengo muchos más que usted, creo, no soy demasiado completista) nunca he seguido ningún criterio. He ido pillando todo con lo que me he encontrado a precio razonable. En ese sentido los discos de segunda mitad de los 80 siempre se han visto baratos en ediciones españolas, holandesas o así.
Me ha encantado Inside. Lo del contexto familiar, la movida de Glasgow, el jazz y las botellas de Barolo te ha quedado de miedo.
Con el jazz me pasa parecido. Cuando me da el viento me tiro una temporada indefinida hasta que me acaban (con buen criterio) dando el toque. Uno que es compulsivo, porque en realidad funciono así pa todo.
A los Fall no los controlo gran cosa. Llegué tarde a ellos y a estos grupos con tantos discos me da mucha vagancia empezar a escucharlos una vez cumplidos los 40. No sé por qué, me imagino que será que me falta la energía de la juventud por descubrir cosas. Por ejemplo, Zappa me flipa, pero si tuviese que pornerme ahora con él no creo que me atreviese. Con los Fall voy a intentar romper esa máxima empezando por la lista de spoti. Iremos viendo.
Mil gracias, Manitoba, un honor viniendo de usted.
Pruebe con la lista a ver si suena la flauta. Que al final, si le gusta lo que oye, el camino se anda solo y no hay pereza que valga, por muy inmensa que sea la discografía del grupo. Y si no, pues a otra cosa y todos tan amigos.
Si será por mandanga para escuchar!
(buen ejemplo el de Zappa, pero también le digo que si yo ahora escuchase el Hot Rats por primera vez en mi vida, me pondría en cuerpo y alma a ver qué más ha grabado ese hijoputa -y los 40 ya no los cumplo)
A mi me gustan pero sin matarme, de hecho sólo tengo la caja «The Fall – The Fall Box Set 1976 – 2007» que compré en un mercadillo por 3 pavos y sin desprecintar (este detalle solo es para hacerme el chulo), cada vez que lo pinchaba mi pareja me pedía por favor que lo quitara, que le parecía horribe jjj,
Hace un par de años comenzó a poner en casa una canción que acababa de descubrir y que la tenía enganchada, era «Totally Wired» ¿¿¿¿¿¡¡¡¡pero, pero, pero ,,,!!!!!????? «Ahora si es mi momento».
Sólo comentar que hoy he visto en el metro a una chica (chica-señora, así de nuestra edad) con una camiseta de The Fall. Alta y rubia, probablemente guiri.
…es la primera vez…