Se llama Clive Campbell y el 11 de agosto de 1973 es el cumpleaños de su hermana. Hay fiesta en el Bronx y lo va a hacer: dos platos, dos copias de ese plástico de James Brown con el «Give it up or turn it a loose» y a simultanear «breaks». Es Dj Kool Herc, el chico listo que sabe que si sólo pincha «break beats» -pasajes instrumentales de temas funk o jazz- podrá prolongar a su antojo el clímax rítmico en la pista de baile. El invento funciona. Él mismo se anima, agarra el micro y suelta: «B-Boys, make some nooooooise!». Y los «chicos del break» responden, vaya si lo hacen.
Se llama Martha Cooper y en la noche del 21 de enero de 1980 está en la redacción del New York Post, donde trabaja de fotógrafa. Su jefe la envía a Washington Heights -norte del Harlem- porque en la emisora de la policía hablan de una pelea multitudinaria en el metro. Llega a la comisaría y hay 25 chavales detenidos, pero los dejarán marchar porque no estaban peleando. Un policía les pide que expliquen a Martha qué hacían exactamente. Uno responde que «bailar» y le describe un par de movimientos para girar sobre sí mismos usando la espalda o la cabeza. También le cuenta que se retan y apuestan su ropa a ver quién lo hace mejor. Al salir les pide una demostración y allí mismo le enseñan sus mejores pasos. «Llamé a la redacción del Post y les dije que los chavales no peleaban, sino que celebraban un concurso de baile. La historia no les interesó».
Esas fotos, primer retrato del «break dance», al final verán la luz. También las de las posteriores excursiones de Cooper al sur del Bronx, donde ve a los chavales jugársela en túneles y andenes decorando lomos de vagones a base de spray y rotuladores. Hay grafitis, hay baile. Y una nueva fiesta donde a los dj les acompañan al micro peñita capaz de moverlo todo a un grado superior improvisando rimas. Al final todo trasciende del barrio, se hace cultura. Hip hop. Puede que guste, puede que no. Como todo. ¿Les cuento algo gracioso? Tiempo después de la no-pelea del metro Martha Cooper se reencontró con uno de aquellos chavales. Le preguntó sí seguían bailando «break». Su respuesta: «¡No, ahora lo que nos mola es el ‘roller disco’!» 😉 En fin, vamos al lío. ¡A mover el cucu!
Grandmaster Flash & the Furious Five – The message (1982)
El nombre más flama de todos, ¿verdad? A mediados de los 70 el «master and commander» del arte del dejota reunió a su panda: Melle Mel -primer mc reconocido como tal-, Kidd Creole, Cowboy, Rahiem y Scorpio. ¿Es posible convertir en disco de platino una canción sobre ser una escoria y vivir en el peor de los pozos negros del planeta? Es posible. «Es como una jungla. A veces me pregunto cómo lo hago para no hundirme. Cristales rotos por todas partes. Gente meando en las escaleras del edificio. No soporto el olor, no soporto el ruido. No tengo dinero para irme, no tengo otra opción que quedarme. Ratas en el recibidor, cucarachas en la habitación. Yonquis en el callejón con un bate de baseball (…) No me presiones porque estoy al borde, intentando no perder la cabeza». Funk pobretón como base, brilli brilli de cloaca que aún luce terciopelos baratos y no chándal. Y oros, ostentación, pregúntenle a un rumano el porqué de los dientes de oro. ¿Sabes el «Walk on the wildside» de Lou Reed? Pues sus protagonistas son peleles afortunados comparados con la sucesión de personajes de «The message»: la mariliendre que come lo que encuentra en las papeleras, el vecino que pasea armado por el parque, la stripper que entrega su porvenir a un chulo o el chaval que admira a los buscavidas del barrio y acaba suicidándose en la cárcel. ¿Sabeis qué tienen todos en común? Que se apellidan MISERIA.
Afrika Bambaataa & the Soulsonic Force – Planet rock (1982)
¿Han visto ustedes el docu «NY77: the coolest year in hell»? Véanlo. Al hilo de las «batallas» entre dejotas Casanova Fly -aka Grandmaster Caz- y su compi Disco Wiz explican el precio a pagar por retar al todopoderoso Afrika Bambaataa. Tras arrancar a saquísimo con el «We will rock you» de Queen -«boom! boom! chah! boom! boom! chah!»- la respuesta desde el otro lado es la voz burlona de Mr. Biggs, mc de Bambaataa, por el micro: «Casanova, no te oiiiiimooooos!». Sin dejar tiempo para reaccionar Bambaataa pone en el plato el mismo disco, sube al 11 😉 todos los controles del sound system y en cuanto la aguja cae al surco… «BOOM! BOOM! CHAH! BOOM! BOOM! CHAH!». Humillación. La gente da la espalda a Casanova y Wiz para bailar con Bambaataa y no queda otra que desmontar el equipo rojos de vergüenza. Señores, hablamos del tótem absoluto del hip hop como cultura. Aquel que abandona su carrera de pandillero para dedicarse en cuerpo y alma a la música como redención. Aquel que monta la organización Zulu Nation para reorientar a los chavales tentados por la delincuencia callejera gracias a las bondades del rimado en comunidad. Aquel que hoy en día, en cambio, es villano, acusado por supuestos festines a lo Kevin Spacey. ¿Hemos hablado de «Planet rock»? Pues es la piedra filosofal del invento, donde Bambaataa lleva su devoción por los Kraftwerk al fusilamiento literal, por la gloria del breakbeat. De paso imparte la lección número uno en el «mira, escucha y aprende» del electro… y de todo lo demás que está por llegar, sinte arriba o sinte abajo. Fantasía escapista para asco urbano.
Boogie Down Productions – 9mm goes bang (1987)
Aquí no hay rastro de hombre blanco que meta sus napias a oler el guiso para llevárselo a la Danceteria. Aquí hay barrio. Jamaicanísima por todos los poros sonoros «9mm…» es la sota, caballo y rey del liricismo gangsta. «Conocí a un camello de crack (…) Tuve que achantarlo con mi 9mm. Dijo que le había quitado a su chica (…) Intentó jugármela pero (…) mi 9mm ya estaba en su cara (…) y le llené de plomo. Antes de que cayera al suelo esto es lo que dije: ‘wa da da dang, escucha a mi 9mm hacer bang!’. Siete días más tarde (…) escuché que llamaban a la puerta. No parecían policías. Y un cliente diría la contraseña para pillar. (…) Me tiré al suelo sin perder tiempo. Dispararon a través de la puerta (…) pero los maricones fallaron. Me arrastré hasta la cocina (…) tiraron la puerta abajo. El dinero y la marihuana por el suelo. Bajaron las armas para llevárselo. Salí de la cocina y ‘pum! pum! pum!’. (…) uno todavía vivía. Le puse mi 9mm entre los ojos. Miré a sus colegas (…) estaban muertos. Antes de mandarle con ellos (…) dije: ‘wa da da dang, escucha a mi 9mm hacer bang!’. (…) Cogí el dinero y salí corriendo del edificio (…) al encuentro de Scott Larock. (…) apareció al momento al volante de un BMW (…) salimos cagando hostias. (…) Le conté todo (…) Scott se rió y comentó: ‘(…) antes de apretar el gatillo esto es lo que dijiste: ‘wa da da dang, escucha a mi 9mm hacer bang!’. Aquí está KRS One!». A los cinco meses de salir el disco el dj Scott Larock fallecía por el disparo de un pandillero.
Sugarhill Gang – Apache (1981)
¿Y no hablas de «Rapper’s delight»? Pues no, no me da la gana. Quiero hacerlo de «Apache» porque se lo merece. En realidad no es el tema de Sugarhill Gang el que quiero referenciar, sino el sampleado que utilizan para su composición. Sí, «Apache», el instrumental de los Shadows, pero pasado por la minipimer funkopercusionista de la cuasi ignota Incredible Bongo Band allá por 1973. Y es que de esa versión debieron venderse unas cuantas copias en el Bronx y alguna cayó en las manos adecuadas. Todos -y cuando digo todos es todos- los que importan algo en el movimiento hip hop encontraron la manera de soldar «Apache» a sus hits de pista o composiciones propias. Desde Afrika Bambaataa a Kool Herc, pasando por Grandmaster Flash o nuestros protagonistas. Si la chavalada de hoy esperase una mixtape de los mentados, allí estaría «Apache», sí o sí. Respecto a Sugarhill Gang, dos años después de romper el top 40 del Billboard el trío de Harlem dio la pátina merecida al que aún hoy es considerado el himno oficioso del hip hop. Decimos oficioso porque no es un rap, ya que lo que hicieron la Incredible Bongo Band fue bañar en sudor latino la original de Shadows. Esa locura percusiva fue la que volvió locos a todos los grandes de una escena por entonces sólo preocupada de bailar o hacer bailar. Sí, bailar. Lo único que importa.
Los Mamones (sic) me salvaron la vida.
Juan, ¿ese docu estará disponible por algún sitio con subs en castellano? El Nueva York de los 70 tenía que ser un puto sindios. Para bien o para mal, eso se acabó para siempre. Me he acordado de una entrevista que leí el otro día a Andy Shernoff que decía lo siguiente:
Recientemente, le estaba contando a un amigo de Francia lo emocionante que era
la ciudad de Nueva York en los años 70, y se quedó estupefacto de que alguien pudiera tener
buenos recuerdos del crimen, las drogas y la prostitución. Me quedé desconcertado, pensé:
«Oye, Pierre, estoy orgulloso de haber sobrevivido a ese pantano, tal vez era difícil encontrar
una buena baguette, pero hicimos buena música… ¡y los alquileres eran muy baratos!»
La verdad que las letracas no eran muy subliminales eh?
Con subtítulos en castellano lo vi en el Inedit, igual en su web puede verse en streaming, que tienen tropecientos mil disponibles de todas las ediciones. Yo sobre esa romantización de viejas ciudades que se caen a cachos últimamente soy muy precavido, es muy guay ver la peli «Warriors» pero igual no es tan guay vivirlo. Es como cuando uno idealiza a los artistas malditos por su creatividad… pero cuando uno ha pasado frío o hambre, aunque fuese por un día, se olvida rápido. A mí que me dejen ya sentadico en mi sofá, jajajaja!
Querido Juan,
En casa estamos todos muy preocupados por ti.
Entre Los U2, el rap, y las otras moderneces que nos estás preparando, ya no sabemos a qué atenernos.
Vuelve al ró, Juan, por Dios. Te recibiremos con los brazos abiertos.
Atentamente, tus amigos del Parnasillo.
PRIMER AVISO
el siguiente es para lapidarme, ya verán; el siguiente al siguiente no es del ró pero tampoco es dañino, eso sí… a ver si a la tercera!! 🙂 y sí, tal y como apunta el título de este articulillo, hay segunda parte hiphopeira, pero tardará, no teman.
Claro. Primero le reímos las gracias al niño cuando le da por U2 y ahora cuando ya es tarde venimos a meterlo en el redil. Yo esto y lo veía venir!
YA lo veía venir, quisir.
Esto son alegres fruslerías comparado con lo que se nos avecina.
El juanconmiedismo va a llegar.
(Manitoba, puedes editar los mensajes, y así no le aumentas la cuenta, que se viene aún más arriba el muchacho)
juanconmie-R-dismo… es lo apropiado 😉 … chimpum chim-pum chimpum chim-pum chimpum chim-pum… se oyen tambores de guerra reggaetoneros en lontananza…
!Juan con miedo army!
Viva!
muchas gracias buen hombre, a ver si no nos dejan cautivos y desarmados como al ejército (FL)ojo ese de la época del swing.
muy interesante juan, me voy a calar el docu cuando tenga un rato. había uno buenísimo sobre los grafiteros, style wars, que me gustó mucho. la peli de los warriors es un puto clásico que en mi casa se ve al menos una vez al año.
de «warriors» encontré una vez una web que recopilaba todos los gangs de la peli y tenía para descargar el mapa ficticio del metro de NY con la ruta de huida. recuerdo cuando la vi por primera vez, doblada en gallego, al graffitero le llamaban «riciños», jajaja! sobre grafitis muy recomendable tb precisamente el libro de martha cooper: «hip hop files».