Sexo, cocina y cintas de vídeo: Castañas asadas

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8 abril de 1966

Ahora que he cumplido 16 años madre dice que tengo que empezar a ir a la siembra, que con tanto libro me voy a quedar bizca. Padre dice que va a hacer de mí una buena hortelana. 

Este año en la finca de la abuela, que en paz descanse, plantaremos patatas, fabas de mayo y ajo puerro. Padre dice que con los tres hermanos, él, madre y yo, no llegamos, que tendrá que buscarse uno o dos aparceros.

15 abril de 1966

Me duele mucho la espalda. Tengo las manos llenas de ampollas y callos en los pies pero no me disgusta el trabajo. El aparcero nuevo es muy simpático. Se pasa el día cantando tonada mientras ara la tierra. El otro día me tocó sembrar con él y me pasó la jornada volando. Lo malo que echo de menos la escuela. Madre me ha dicho que no volveré.

21 octubre 1966

Ayer al acabar el trabajo me senté a descansar en el zaguán y aunque el sol en octubre es muy bajo avivaba el alma. Alberto el aparcero salió de la cocina con unas castañas asadas y nos las comimos en silencio. Cuando se puso el sol carraspeó algo y se marchó. Yo le sonreí y me quedé un rato más aunque ya empezaba a hacer frío.

Los abuelos subiendo a la ermita (1964).
Los abuelos subiendo a la ermita (1964).

22 noviembre 1966

Padre me ha dicho que como me vuelva a ver hablando con el aparcero me rompe los dientes. Madre mira para otro lado que yo sé que Jacinta le ha dicho que nos han visto bailar juntos en las fiestas de la vendimia. Mis hermanos pequeños no dicen nada pero Manuel ya le ha puesto el ojo encima. Miedo me da, que Manuel es de armas tomar y tiene el brazo firme. Demasiado.

3 de febrero de 1967

Alberto se ha marchado hoy a hacer la Mili. Dice que me escribirá a casa de Remedios, para que padre no vea las cartas. En Remedios puedo confiar. Alberto se ha montado al alba con el macuto al hombro en el camión del panadero y le va a ayudar a hacer el reparto por todo el concejo. Cuando terminen va a dejar a Alberto en Oviedo desde donde podrá coger el autocar a Madrid, que es donde hará la instrucción. Me he pasado el día llorando.

14 de junio de 1969

Julio me ha pedido hoy que me case con él. Quiere irse en septiembre a Alemania y quiere que nos vayamos juntos, dice que hay trabajo para los dos. El contrato se lo consigue Don Emiliano, el notario, que tiene allí un primo trabajando y hace de enlace. Firmaríamos aquí las condiciones después de pagarle a Don Jacinto cincuenta duros por la gestión. No me apetece mucho casarme con el Julio, me saca muchos años y es muy serio. No sé qué haré. Al menos no es malo, es trabajador y es una manera de salir de aquí, que ya tengo diecinueve años y dice mi padre que noviciado largo solo vale para vestir santos. Con Julio seguro que nos daría el consentimiento porque el padre de Julio luchó con él en el frente.

11 de enero de 1974

Al final las sospechas son ciertas: ¡Estoy embarazada! Tengo que contárselo a Julio. Lo estoy retrasando porque me va a costar decirle que no quiero que el niño nazca aquí. Los primeros años, con todo el dinero que mandamos a España solo pudimos ahorrar unos pfennigs, pero estos últimos a mí me han sacado de la cadena de producción y el aumento ha dado para unos ahorrillos con los que podríamos intentar probar suerte abriendo un negocio. Además, quiero alejar a Julio de aquí. Lo veo muy amargado. Cada vez pasa más tiempo en la taberna española y cuando llega a casa está bebido y de muy mal humor. Y yo en España soy Hortensia, la hija de Manuel el sordo, aquí solo die spanische Frau. ¿Y quién va a ser mi hijo? Además, echo de menos a mi padre y a mis hermanos, aunque de la que más me acuerdo es de mi madre que no pude ir ni a despedirme de ella. Pobre, se quedó sola en casa, entre tantos hombres, y le faltó un año para que la hiciese abuela. Unos llegan otros van.

Con mis hermanos jugando alrededor de una vara de paja (1955).
Con mis hermanos jugando alrededor de una vara de paja (1955).

28 de febrero de 1977

Hoy es de los peores días que recuerdo. No por el aborto, que ya van tres, sino porque el médico me ha dicho que no podré volver a tener hijos. Julio está muy enfadado conmigo. Me culpa por ello. Faltaban dos meses para acabar el contrato del alquiler del bar cuando me quedé embarazada y dice que el aborto es de mover cajas al hacer el vacío, aunque yo creo que es por otra cosa. El médico también lo sospecha y bien que me lo preguntó el otro día en consulta cuando me llamó aparte. Yo prefiero no decir nada, nada voy a conseguir. Menos mal que tengo a María del Mar, quiera Dios que no le pase nada a ella.

2 de agosto de 1989

Estaba preparando la mudanza y he encontrado las cartas que tenía perdidas desde que vinimos de Alemania. Estaban con unas fotos viejas de las que ya ni me acordaba. Iba metiendo los libros en cajas y de repente se cayeron todas del ejemplar del Nuevo Testamento. Ahora recuerdo el miedo y los nervios que pasé pensando en que Julio las hubiese podido encontrar. Me mata. ¿Cómo no habría sido capaz a recordar dónde las había escondido? Estaba segura que me habían quedado en el trastero del apartamento de Stolberg. Me he pasado la tarde leyéndolas una y otra vez hasta que Marimar me ha preguntado que qué me pasaba. Las he vuelto a meter en El nuevo testamento. Ahí no las va a encontrar nadie. Me pregunto qué habrá sido de él después de tantos años.

3 de enero de 2000

Este año las Navidades han sido especialmente duras. Dios hace y deshace pero qué mal me lo ha hecho pasar este año. Mar por primera vez ha cenado con Héctor y su familia. Julio no quería, pero ella tiene derecho. ¿Qué más da que lo haga este año o el que viene cuando estén ya casados? Yo me alegro por ella, que se está labrando una vida pero me siento muy sola. Con Pedro en Bélgica, sin Matías que Dios lo tenga en su gloria y con Manuel que sigue enfadado con Julio hemos tenido que cenar solos. Lo que he llorado vale más no saberlo. Qué pronto me he quedado sola. Mar es muy buena, quería que fuéramos a cenar con ella pero a mí me da reparo, esa familia es de otra clase y nos miran un poco por encima del hombro y Julio… Julio no va a ningún lado.

Vecinos usando una aventadora para separar el grano de la paja (1964).
Vecinos usando una aventadora para separar el grano de la paja (1964).

27 de marzo de 2006

¡Ay! Qué pocas alegrías me trae la vida pero qué grandes son cuando vienen. He conocido a mi nieto. Qué ganas tenía de ser abuela. Es muy guapo, tiene los ojos de mi padre. Qué suerte que vivan tan cerca y lo pueda ver crecer. Mar está muy feliz y Héctor como loco. Julio en cambio está muy descentrado. Ayer, cuando le dije que ya podíamos ir a conocer al nieto me contestó que dónde teníamos que coger el überlandbus.

1 de noviembre de 2012

He ido a misa y después me he acercado a ver a Julio. Hacia un año que no lo veía.

3 de marzo de 2016

Mar no deja de insistir que vaya a vivir con ellos. Dicen que ya no me arreglo pero yo me apaño muy bien sola. Mientras pueda valerme por mí misma no me voy a ir a casa de nadie a dar quehaceres. Además, mi cumpleaños está al caer y este año creo que vienen mis hermanos a verme. Padre y madre seguro que vienen también.

17 de octubre de 2020

Hoy le he visto. Qué alegría me ha dado. Pensaban que me iban a engañar, con tanta bata blanca y el trapo ese que se ponen tapando la cara pero lo he reconocido igual. Mi Alberto del alma. Está igual que siempre, cuánto le echado de menos. Le he preguntado que cuándo volveríamos a comer castañas asadas en el zaguán y me ha sonreído. No le puedo pedir más a la vida.

Castañas asadas

 

1 de noviembre de 1965

Es época de castañas y es una de mis preferidas del año. Los robles y los hayas han mudado sus hojas y los caminos están llenos de hojarasca que se te mete entre los pies al caminar provocando un sonido que es como el murmullo de un río seco. 

Me gusta también porque todavía no ha empezado la temporada de lluvias y aunque los días están menguando, al atardecer hay una luz especial.

Además, este año por primera vez he ayudado a madre a preparar las castañas para el amagüestu.  Cuando terminamos me acosté y me quedé escuchando las voces de la gente, la música y las tonadas que provenían de los vecinos arremolinados alrededor de la hoguera. Por la ventana entraba un halo de luz resplandeciente del fuego. El año que viene dice madre que me dejará ir, que ya tendré edad. Me pongo nerviosa de solo pensarlo.

En la escuela ha explicado la maestra que las castañas eran uno de los ingredientes básicos en la cocina asturiana antes de que llegasen las patatas pero en mi casa se siguen utilizando para cocinar otros platos, sobre todo el pote que hacemos siempre en época de matanza. El resto del año, si no tenemos mucho compango engañamos el cuerpo con unas berzas de la huerta. 

De todas formas a mí como más me gustan son solas, asadas en la chapa de la cocina de carbón, como las que hicimos hoy para el amagüestu. Amelia, la hija del boticario, dice que en su casa tienen horno de gas y que en media hora están hechas. Amelia también dice que cuando estuvo en Gijón, vio en la pescadería vio unos bichos que se parecían a las castañas pero que eran de mar. Amelia dice mucha cosas pero mejor se preocupaba de su padre que la mitad de las mozas del pueblo no se atreven a entrar en la farmacia solas. De todas formas, yo nunca he visto un horno de gas pero con la cocina de carbón salen riquísimas, seguro que mejor que con un horno moderno.

Mi madre y yo las lavamos bien debajo del grifo y les hacemos un corte de cruz en la barriga, en la parte más ancha. Hay que perforar las dos pieles, las de dentro y las de fuera. 

Luego las separamos por tamaño y desechamos las que tengan bicho, estén rotas o no brillen. Esas se las damos de comer a los cerdos.

Las asamos por tandas y las removemos con el atizador de la cocina. No lleva más de media hora asar las grandes y unos veinte minutos las más pequeñas. Un poco de sal por encima y listas.

Sexo, cocina y cintas de vídeo
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16 comentarios en «Sexo, cocina y cintas de vídeo: Castañas asadas»

  1. Cagüen la leche! Acabas de contar casi la historia de mi familia en dos pinceladas.
    Soy hijo de emigrantes en Alemania retornados, de hecho nací allí, y la infancia la pasé en un pueblo cántabro dónde el otoño empezaba cuando se subía al monte a recoger castañas para asarlas en la chapa de la cocina, mi abuela también solía cocerlas y la medida de reparto era una taza de porcelana.
    Vaya fogonazo de vuelta a la infancia me ha dado.
    Gracias majo.

    1. Gracias a ti, salao! Los hijos de emigrantes somos legión. Mis padres también estuvieron en Alemania aunque yo no llegué a vivir allí. A mi hermano sí le tocó. Siempre he pensado en el cambio que tuvo que ser para mis padres (bueno, para mis padres o para cualquiera) el pasar de vivir en una aldea remota en el suroccidente de la Asturias rural de los 60, que estaba tan incomunicado con el resto de la región que acarreaba un retraso de veinte años (prácticamente se puede decir que se quedaron en la postguerra) a vivir en la Alemania industrializada de los 60 de un día para otro como quien dice.

      Este año un día que fui por el monte de caminata aproveché para coger castañas que encontré por el camino y ya en casa las preparé en el horno. Aquellos sabores de la infancia no se olvidan, no.

      1. ¿Cambio? Imagínate para mi padre salido de un pueblo en mitad de la sierra castellana, que se fue con 18 años recién cumplidos, casi sin saber leer ni escribir y trabajando desde los 8 años.
        Le debe tanto este país a esa generación que salió huyendo de la miseria, que se hartaron a enviar dinero a sus familias para que sobrevivieran y que cuando se decidieron a volver y les costó horrores volver a encontrar curro tuvieron que escuchar cosas como «haberte quedado allí».

        1. Joer… Tal cual. ¿Cuántas historias como esa habrá? Dan pa un buen puñao de libros. Mi madre, no había salido del pueblo en la vida y se encontró en Alemania con 18 años sacando el carné de conducir en alemán. Vaya historias que tienen nuestros pas a las espaldas.

  2. Como bien comenta elpanolioptimista, lo ha sembrado usted muy bien. He pensado en mis suegros, asturianos del Oriente. Bueno, ella es del lado opuesto pero la «aldea» (como se dice en Galicia) que han adoptado como propia es la de él.

    1. Gracias Juanity. Creo recordar que el concejo donde nacieron mis padres y los dos vecinos están en el TOP 5 de municipios de España con más pueblos de menos de cinco habitantes. Eso lo dice todo además de convertirnos en potenciales personajes de la peli de Deliverance, tal cual. En Oriente con el turisteo de vascos y madriles, al menos, ya no piensan que les roban el alma si se les saca una foto. Nosotros en cambio, por afinidad y cercanía ya nos parecemos más a la asilla Galicia profunda (esto no sé si es bueno, malo o todo lo contrario).

      1. sip, el pueblo de mi suegro, benia, cercano a cangas de onís, tiene un hotelazo y a tope de casaruralismo y eso se nota. en el de mi suegra, yerbo, en tineo, creo que no asoma ni el tato a no ser por retornados o vacaciones de emigrados… ellos apostaron por hacer casa en el de oriente y cuando yo los conocí ya hacía tiempo que no volvían por el de ella.

        1. añado que hay la pertinente cocina de carbón restaurada que no se usa, of course… de esto se hablo ya aquí o en el discord no?

        2. Esto es así. Compartimos concejo pues (aunque en diferentes extremos). Mi madre se empeñó en poner una cocina de carbón nueva y la utiliza para calentar la casa. Algo es algo.

  3. en mi caso el emigrante soy yo pero antes de venirme aquí, sí que he comido bien de castañas asadas en la cocina de carbón. qué ricas, nada que ver a las asadas en cocina de gas. la hija del boticario no tiene ni puta idea.

  4. Joder, Manitoba, hoy has triunfado. Igual la que más me ha gustado de tus historias.

    Y las castañas son cojonudas…aunque mi abuela las cocía, con anises. Seguramente porque en el piso ya habían cambiado la cocina económica por una de gas. Me la puedo imaginar pensando «Pa esto…mejor las cuezo».

  5. Excelente como siempre, Manitoba. El mejor hasta ahora, coincido con Padrecito.
    Aquí otro emigrante y nieto de emigrantes. Se ve que abundamos por aquí, será que somos los nietos de los que perdieron la guerra civil…

    Dos apuntes que me han calado hondo, con la venia. Lomax por una parte, claro. Creo haber comentado ya por aquí que, muy probablemente, nadie en la historia de la vida me despierta más envidia que Alan Lomax. Nadie. Mi trabajo me parece, de normal, una mierda soberana. Pero, cuando pienso en lo que Alan Lomax hizo con su vida, ya me faltan las palabras. Qué maravilloso legado, qué bien se lo debió de pasar grabando a toda esa gente, Dios mío. Cuánta mitiquez.

    Excelentes las grabaciones asturianas, por cierto. No las conocía (salvo por un par de temas sueltos).

    Lo segundo, el pote asturiano. Anda que no me enchufé yo potes de ésos cuando vivía en Ovieu. Recuerdo un día que salimos a comer varios del curro y una chica, muy finita ella le preguntó al camarero si podia pedir pote pero sin compango. La respuesta, tajante, casi le provoca un vahído:
    -No.

    Otro día, en el mismo restaurante, intenté cortar el compango en el mismo plato que la sopa. Algo me resbaló en el plato y me puse la camisa y la corbata perdidas. PERDIDAS. La mancha era, no exagero, del tamaño de un elepé. Vinieron a socorrerme con una toallita quitamanchas pero, joder, era del tamaño de ésas que te dan en los aviones. Unas rises.

    Creo que terminé yendo a cambiarme a casa, que todavía tenía toda la tarde de oficina (*) por delante.

    (*) Nada como una larga tarde de oficina tras haberse enchufado, entre pecho y espalda, un buen pote asturiano.

    1. Jajajaja. Gracias Inside, muy buenos los apuntes. Oye, un pote sin compango es como un bocadillo sin pan o como una paella sin arroz así que la respuesta que os dio el camarero es la correcta, eh?

      De Lomax me flipa los sitios hasta donde llegó. No se conformó con ir a Oviedo o a Gijón, no. Se tuvo que ir esas zonas pésimamente comunicadas de las que hablamos arriba como Tineo, Somiedo o Miranda. En aquellos tiempos las condiciones del viaje tuvieron que ser durísimas (lo digo por si te vale para que recapacites tu trabajo) pero vaya lo que se curró el paisano, sí señor.

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