Hace poco vi en una peli una escena que me llamó la atención. Un señor habitualmente malhumorado y sieso, abordaba sin embargo el desayuno feliz en la paz de su hogar. El señor disfrutaba de la lectura del The Guardian escuchando apaciblemente las Danzas Eslavas de Dvořák en una cocina más británica que Benny Hill. Daba gusto verlo ya duchado y acicalado gozando de la tranquilidad que a todos nos da la soledad matinal. ¿A todos? Automáticamente comparé esa rutina con la mía y me dieron ganas de aderezar mi café con una cucharada colmada de cicuta.
A diferencia de ese señor de aire diligente y espalda recta, yo me siento encorvado sobre un taburete, encogiendo el cogote, atolondrado, taciturno y muerto de frío matinal mientras intento infructuosamente que el gato aparte su impúdico culo que tan amablemente coloca sobre mi desayuno como muestra de buenos días. Solo después de tomarme el primer litro de café empiezo a tener fuerzas para introducir mi mano bajo el pantalón de mi pijama del demonio de Tazmania (mamá, vale ya por favor) y rascarme el escroto mientras contemplo la misma parte de mi gato que descansa cómodamente sobre mi aburrido plato de cereales fríos.
– Alexa, dime las noticias.
– (………….).
– Alexa, dime las noticias.
– Hola Manitoba. Añado noticias a la lista de la compra.
– ALEXA, VETE A LA MIERDA.
– Hola, Manitoba. Aquí tienes las noticias.
A la mañana siguiente de ver la película, decidí cambiarme inmediatamente por su protagonista. Para obrar tal noble metamorfosis empecé por eliminar al pijama de la escena (no prendiéndole fuego como incluiría cualquier manual de buen gusto sino duchándome antes de desayunar). Decidí también prescindir tanto de los gadgets digitales del demonio como de los noticiarios matutinos que solo valen para minar moral y animarse a incendiar templos cercanos. En la peli se veía al viejo muy feliz escuchando música clásica, ¿no? Pues yo también. Ea.
Una vez decidido el modus operandi de mi nueva vida, era hora de empezar cuando antes. Sin más dilación, a la mañana siguiente me duché antes de nada y me vestí como un señor. Hice café y me tiré a por un Greatest Hits de Shostakóvich. Empujé el porridge entre pelos de gato gaznate abajo y me fui a trabajar. Reconozco que estaba decepcionado. Estaba lejos de sentir el gozo de Jim Broadbent en la peli antes citada. Ya no había pijama, ya no había noticas en dispositivos diabólicos pero la música clásica era como la de una peli de persecuciones en blanco y negro. ¿Mala elección?
Mientas conducía camino al trabajo iba pensando en ello. Shostakóvich seguía sonando en el coche conectado al bluetooth de mi móvil y yo aceleraba inconscientemente animado por la música de persecuciones. Me sentía más cerca de una versión kinki de Jason Bourne que de una elegante comedia británica. Decidí abandonar y cambiar el estilo de música por algo que me resultase más cercano, pero justo en ese momento había terminado el disco y por aquello de las afinidades afectivas del algoritmo de Spotify, una música familiar y embriagadora empezó a sonar. Sentí inmediatamente que mis nervios se calmaban. Deceleré y conseguí relajarme. ¿Qué cantos de sirenas solazaban mis nervios? ¡Ah! Era la música que acompañaba el arranque de la peli Eyes Wide Shut. Qué escena. La atractiva Nicole Kidman y el exitoso Tom Cruise preparándose para asistir a una fiesta de alta sociedad en el corazón de Manhattan. Qué melodía más cautivadora. Qué tempo. Qué capacidad evocadora. ¿Qué cojones estoy diciendo? ¿Qué pasa que todo lo que había escuchado esta mañana era una mierda? No, desde luego que no.
Cada vez que veo una peli que me gusta y suena una canción que también me gusta, automáticamente me produce una sensación que fija ese binomio en una asociación que ya será para siempre indivisible. Para que se de este caso me tiene que gustar peli, claro. De hecho, una buena canción en una mala película me produce una sensación de rechazo e impostura, como si invadiese algo que me pertenece. Pero cuando los astros se juntan, el impacto es total.
Este sentimiento me imagino que en menor o mayor medida le pasará a todo el mundo, a todo el mundo que le guste el cine y la música, claro. En ocasiones son las canciones las que se conocen en las películas y en otras pasa justo lo contrario. Como la música clásica me resulta ajena pese a mis vanos esfuerzos, vamos a centrarnos en la temas de rock&roll en el cine moderno, que son dos etapas de diferentes artes que surgieron con apenas dos décadas de diferencia. No estamos hablando de musicales, eso es otra cosa, sino de películas para las cuales el uso de una o varias canciones reafirma el impacto que nos causa en nuestro interior hasta producir esa sensación de la que os hablo.
Por ejemplo, nadie como Scorsese moviéndose en estos terrenos. Aunque ya había probado a introducir clásicos en su momento todavía recientes como en Malas Calles, película que incluye a las Ronettes y a los Stones en un maravilloso plano que sigue a Harvey Keitel entrando en un tugurio, no sería hasta que contase con los maravillosos montajes de Thelma Schoonmaker cuando el bueno de Martin despuntase facturando escenas que partirían la pana. Por ejemplo, el increíble y mítico plano secuencia de Goodfellas donde utiliza la misma técnica de Malas Calles, en este caso siguiendo a Ray Liotta y Lorraine Bracco con música de las Crystals. Y hablando de largos planos secuencia ahí está también el de Casino donde suena Can’t You Hear Me Knocking en-te-ro. Siete minutos al servicio de la escena. ¿O es la escena la que está al servicio de la canción? Son estos las situaciones donde la lógica de la aritmética se rompe y se demuestra que a veces uno más uno suma tres. En cualquier caso la asociación Girl Groups, Rolling Stones y Scorsese sería merecedora de un texto mejor y más extenso que este.
Dejando a Scorsese, sus compañeros de generación no le fueron a la zaga. Coppola y los Doors mostrando los horrores del Vietnam en Apocalypse Now o George Lucas en American Graffiti, película que está plagada de secuencias memorables apoyadas por una banda sonora impepinable repleta de temazos y encima presentados por Wolfman Jack, nada más y nada menos. American Graffiti fue una de las primeras películas que coqueteó con la nostalgia de los años 60 ya que está ambientada en 1962 y rodada en 1973. Lógicamente, nada como esa colección de oldies grabados en torno al cambio de década para reforzar ese chute de nostalgia. El resultado es una joya imperecera pero con un marcado sesgo temporal que se apoya en una selección de canciones de cagarse la perra.
Mas recientemente, tenemos a Tarantino que es otro artista del montaje musical. ¿Os imagináis a Michael Madsen sintonizando K-Billy’s Super Sounds of the 70 y bailando otra cosa que no sea el Stuck In The Middle With You antes de cortar la oreja del pobre madero? Tarantino sabía que tenía que ser el tema de Stealers Wheel por lo que se gastó toda la pasta del exiguo presupuesto musical en conseguir esa canción aunque finalmente pudo incluir otros temas financiando el pago con el adelanto de los derechos de la banda sonora antes de publicarla. Posteriormente Tarantino ha seguido rodando con algún altibajo pero toda sus películas incluyen escenas musicales que ya forman parte de la historia reciente del cine.
¿Y qué decir de El gran Lebowski? ¿Desde los sueños que Hitchcock rodó para Recuerda o Vértigo se ha vuelto a ver en pantalla una secuencia onírica tan fabulosa como la de el Nota bailando al compás de Kenny Rogers? Si los Cohen hubiesen dedicado el resto de su carrera a hacer calceta, sólo por habérseles ocurrido que Jeff Bridges soñase con acudir a una bolera donde el armario de los bowling shoes llegue hasta el cielo y fuese el mismísimo Sadam el que se los entregase ya se hubiesen merecido todos los parabienes que tan justamente se han ganado. En fin, El gran Lebowski es una película que musicalmente es una obra maestra del montaje musical desde los créditos de inicio hasta los finales con la versión del Dead Flowers a cargo de Townes Van Zandt, aunque solo sea porque los derechos se consiguieron, tras ver Allan Klein, manager de los Stones, en una proyección previa, la delirante secuencia en la que el Nota le dice a un taxista NEGRO «I hate the fuckin’ Eagles, man».
En los últimos años he visto algunas películas donde un artefacto sonoro bien añadido en el momento adecuado me deja la piel de gallina. Es el caso de la islandesa A White White Day (Hlynur Palmason, 2019), una película de silencios, dura, rugosa, angustiosa y existencial, que llegando a su fin nos propina una maravillosa secuencia, la más importante y aclaratoria de la película, en la que el Memories spectoriano de Leonard Cohen suena a todo trapo. En un encuentro con el director tras la película, este confesó que la idea de colocar esa canción al final era una decisión tomada desde antes de empezarla. ¿Es esto una treta para epatar con el espectador o es una pequeña genialidad en la sala de montaje?
En La casa junto al mar (2017) Robert Guédiguian cuenta con otro ejercicio reseñable. Los protagonistas, una familia de cincuentones que ven como con el paso de los años sus ideales se escapan como arena entre los dedos, son de repente transportados a su juventud en un flashback que salta veinticinco años atrás. En la escena se les ve perfectamente rejuvenecidos sin hacer uso de efectos especiales en un montaje con fondo musical dylaniano. La secuencia es desconcertante pero también extremadamente evocadora. El truco es que Guédiguian trabaja habitualmente con el mismo equipo artístico y se valió de unos planos de una vieja película en la que contaba con los mismos actores y la misma localización.
En fin, la lista sería interminable y no pretendemos darle a esto carácter enciclopédico sino mostrar algunos ejemplos que se meten bajo nuestra piel. Podéis poner en comentarios vuestras secuencias musicales favoritas, las que os hayan tocado la patata. Otro día, hablaremos de la música que nos gusta en series de televisión que ahí tenemos mandanga también. Ahora si me disculpáis, voy a seguir desayunando con Shostakóvich.
El sesenta por ciento de mis obsesiones lo conforman el cine, la música y la cocina. El otro sesenta mi pasión por las matemáticas.
Jo, la verdad que son muuuchas, algunas que se me ocurren ahora mismo.
La secuencia sobrevolando las calles de Barcelona en «Todo sobre mi madre» de Almodovar sonando «Tajabone » de Ismael LO. Almo tiene unas cuantas, la verdad
«Vitamin C» de Can sonando (creo) que completa en «Inherent Vice» de Paul Thomas Anderson.
Pero sobre todo hay una secuencia que jamás podré apartar de la canción que es el final de «Deprisa deprisa» con «Me quedo contigo» de Los Chunguios
Almodovar lo tiene también musicando escenas. Pelis españolas no metí ninguna porque daba otro texto. Ahí te lo dejo, Panoli, a ver si recoges el testigo…
Uhmmmm, pues a ver si con un poco de tiempo voy haciendo memoria.
Otra que siempre asocio a la secuencia es «Heroes» con los adolescentes corriendo por el centro comercial en «Yo, Cristina F».
Pues le diré que lo que escribe usted sobre «American graffity» es verdad verdadera, lo tiene T-O-D-O esa película para nostalgiarte aun no siendo de esa época, porque es un sentimiento común a todo adiós generacional.
Sobre Scorsese y su gusto por el rock and roll me he acordado de una que no es de las mejores, «Al límite», la de Nicholas Cage dándole a la ambulancia, creo recordar que incluyó buena mierda en la banda sonora, Johnny Thunders por ejemplo.
Y decepciones le diré una a toro pasado y es que siempre me ha parecido que «Warriors» se merecía una banda sonora más callejera… pero es un pensamiento a posteriori, pues no llegué a ello hasta mil visionados después, pero es que la dejota lo hace tan bien que no merece que le hagan pinchar lo que pincha sino algo más sucio y zumbón… con guitarras o no.
Scorsese lleva muchos años trabajando con Robbie Robertson como asesor musical. Se nota. También es verdad que por muy buenos temas que meta le falta un poco de originalidad (Gimme Shelter creo que van tres veces que la mete).
Me alegro que piense igual con American Graffiti. Para mi Gerge Lucas tocó ahí techo y lo que ha hecho después me interesa entre poco y nada.
Y para el montaje alternativo de Warriors, algo asina como lo ve voacé?
https://www.youtube.com/watch?v=lZ_8TC2prQI
mmmhh… mejor algo menos pesado, eléctrico sí pero que menée bullarengues… estaba pensando ahora mismo en el manido «apache» tan del gusto de los niggas niuyoricans:
https://www.youtube.com/watch?v=f4cmEmWs5ME
Winterbottom es muy musical, en casi cualquier película hay momentazos de esos. Pero, por escoger una escena, la de Código 46, cuando están en un karaoke sórdido pasando documentación falsa y suena Should I stay or should I go… y el que está cantándola es Mick Jones!
Acabo de ver la escena en YouTube. No he visto la peli (no soy muy flan de Winterbottom, la verdad) y no tenía ni idea del cameo de Jones. Bien jugao.
Ay, yo si soy flan fatal. Su pudiera hacer una peli de verdá, no las tontás con mis muñequitos, calculo que me quedaría bastante winterbottomniana. Pero es una cosa de esas imposible de argumentar. Como, no sé, Vainica Doble. Son cosas para las que uno nace, no se hace. Estuve buscando la escena para ponerla pero no la encontré, así que bien jugao por su parte también. Link?
Minuto 17:20
https://www.youtube.com/watch?v=Glt9SQheBts
El comienzo de «En el nombre del padre», cuando suena Voodoo Chile…
En esa peli creo que también sale Like a Rolling Stone. No la recuerdo bien y temo que haya envejecido peor que yo, que ya es decir.
mala elección, manitoba, shostakovich fue un tío con una vida muy triste y llena de miedos (no sin razón, eso sí) y eso se escucha muy claramente en su música. para empezar el día, dvorak es mucha mejor elección sin duda. haydn, mozart o incluso si quieres el toque ruso de principios del siglo xx, prokofiev te van a entrar mucho mejor y le van a venir también mejor a tu ánimo. creo yo, vaya.
mi secuencia favoríta sería precisamente el nota volando y el man in me the dylan sonando.
Pues que sepa que que lo saqué todo del topic de clásica, el cual ya he escuchado entero. A ver si vamos añadiendo más recomendaciones, eh?
Excelente idea y excelente artículo, Manitoba. Me ha flipado la escena del I Want You de Dylan (y la historia que hay detrás). Las tomas en el coche y el puerto, ¿eran metraje sobrante de la película anterior? ¿O las utilizó en ambas pelis? Apostaría a que, si se trata de una escena eliminada, ésta fue la piedra sobre la que se construyó la segunda película.
Aunque, vaya por delante, todo esto lo digo sin tener ni la más repuestísima idea del asunto. Faltaría más.
Pero, eso sí, me han entrado muchas ganas de ver ambas películas.
A mí, en materia de escenas musicadas, me gusta mucho Wes Anderson y sus cámaras lentas épicas. Supongo que es un topicazo, pero es que yo soy así de simplón. Tiene docenas, la verdad es que me costaría decir cuál es mi favorita. These days, quizás.
Dejo alguna por aquí, aunque estoy seguro de no estar descubriendo nada a nadie.
https://www.youtube.com/watch?v=I5SRdYsscLc
https://www.youtube.com/watch?v=h92elR_0i_I
https://www.youtube.com/watch?v=4_2gUTGjeYI
https://www.youtube.com/watch?v=cJ2x4gtyNPk
https://www.youtube.com/watch?v=ciHMuk0VLmY
Muchas gracias, Inside.
Sobre la peli de Guédiguian no estoy seguro de que sean escenas eliminadas. A mi me da que no pero no te lo puedo asegurar porque la peli de la que coge escenas no la he visto. Cuando la vea te lo diré. Creo que se trata de su ópera prima: Último verano. https://www.youtube.com/watch?v=Xp-AKao_gGY
En cualquier caso, Guédiguian es un grande, a mi me gusta mucho entre otras cosas porque sus películas son siempre sociales pero nunca panfletarias, lo cual, me parece en realidad una actitud mucho más contestataria. Como decía, trabaja siempre (o casi siempre) con los mismos actores entre ellos Ariane Ascaride que es su mujer a la par que una gran actriz. La Villa, Les neiges du Kilimandjaro y Marius y Jeannette son probablemente las que mejor recuerdo me han dejado de las que he visto por si te apetece ver alguna.
Wes Anderson es como bien apuntas el gran olvidado del cine actual en el articulillo. Se me iba de las manos de longitud y lo tuve que dejar fuera con la esperanza de que alguno de vosotros cogiese el testigo. Además, encaja aquí perfectamente porque sus pelis rebosan de escenas que refieren directamente a lo que yo trataba de exponer: secuencias musicadas, no canciones que salen en películas. Un sí como yo una catedral, amic. Por cierto, mira que has puesto escenas y todas fabulosas pero yo me quedo con esta. Yo no sé a los demás pero yo cada vez que le veo me dan ganas de levantarme del sofá y destrozar un par de muebles.
https://www.youtube.com/watch?v=XQbhuxiyv5c
Y por cierto, hablando de los Stooges y de Iggy Pop, ya me es difícil escuchar el Lust for Life sin ver a Ewan McGregor corriendo por las calles de Edimburgo.
https://www.youtube.com/watch?v=RCxgqHqakXc
Pues me contesto a mi mismo. No, la peli de Guédiguian es «Ki lo sa?», de 1985.