El género de terror es bastante posible que sea tan antiguo como la humanidad. En un principio ligado al misticismo y la religión –los libros sagrados de la mayor parte de ellas son algo bastante cercano al moderno gore–, con el tiempo y el progreso de la civilización se tornó en manifestación secular propia de cada cultura. Como humanos, gustamos y necesitamos de ese tipo de historias violentas, con o sin elementos sobrenaturales. Terapia psicológica y entretenimiento, todo en uno.
Descomponer el alma humana, especialmente su lado más oscuro, en trocitos que podamos comprender, y ofrecer alguna explicación al horror, a ser posible más interesante que el que la naturaleza del ser humano sea la de un torpe hijodeputa capaz de las más terribles atrocidades –que es la única y verdadera razón del horror, si bien una no demasiado interesante ni reconfortante–, es lo más parecido a una terapia que ofrece este frenopático que es el mundo. Y al cerrar el libro uno puede volver a su normalidad, acaso tan terrorífica como la ficción, reconfortado con la vana ilusión de que esas cosas solo pasan en la fantasía.
Es curioso que un género que se presta tan bien al formato corto –en literatura ofrece sus más brillantes ejemplos en formato de cuento–, no haya dejado una huella más profunda en la música pop. Sí, tenemos a los Screaming, el grande y el chico (Jay Hawkins y Lord Sutch), a Roky Erickson y a los usuales compañeros del metal (sí o sí), pero poco más. Aún más raro si consideramos que la cultura anglosajona, que también es la cuna del rock and roll y, por tanto, de la mayor parte de la música popular moderna, le ha prestado una especial atención. Si hablásemos de la cultura hispana, triste y secularmente entorpecida por su adusto y provinciano afán de realismo –al menos hasta la literatura hispanoamericana del siglo XX–, tendría su explicación.
Precisamente por eso, que haya un artista que ha consagrado su carrera a ello y además lo haya hecho con impecable buen gusto, tanto en la faceta musical como en los textos, es algo especialmente grato. Esta hercúlea tarea de transferir a la música pop los mitos y cuentos terroríficos de la tradición literaria, la historia, o la más reciente del cine, la ha acometido –gracias a Dios– un caballero inglés amable y culto, no un chiflado ni un aspirante a psicópata sediento de sangre como algunos de los mencionados anteriormente. Así que hoy voy a hablarles de este interesante tipo y de su aún más interesante obra. Voy a hablarles de Paul Roland, del que se ha dicho que es el Edgar Allan Poe del pop.
Esta canción –de su disco Nevermore– trata sobre los andanzas de Jack el Destripador, el mítico asesino de la Inglaterra victoriana. Si hay algo que fascina a Paul Roland aparte de las historias de miedo, es la Inglaterra de la segunda mitad del XIX y principios del XX: las épocas victoriana y eduardiana. Una Inglaterra donde se mezclaban los mitos y las supersticiones con avances científicos y tecnológicos constantes, y en la que una sociedad compleja en ebullición social y cultural –a la que contribuía no poco el extendido uso de drogas–, ofrecía toda clase de lujos decadentes a los que podían permitírselos y penurias sin fin a los que no.
La canción, con su espléndida simplicidad y su exquisito arreglo, nos da alguna de las claves de su música. Tras una primera escucha podría archivarse sin demasiados problemas en el cajón del folk psicodélico inglés y aunque esa puede ser una de sus influencias, también tiene un claro espíritu pop y un cierto aire arcaico. Esas son, básicamente, las claves de la música de Paul Roland: psicodelia y pop, rock y folk, todo con un aire de otros tiempos y temáticas fantásticas y terroríficas.
Su primera y principal influencia, según él mismo refiere, fue Marc Bolan (ha escrito no una, ni dos, sino nada menos que… ¡tres biografías suyas!, y tuvo de manager a su viuda, June Bolan). En algunas ocasiones, como esta, es más acústico y puede ser más evidente su influencia; en otras suena más eléctrico, incluso acercándose al hard o al punk, pero de alguna manera se las apaña para mantener un ambiente elegante y sugerente, truenen las guitarras o no.
Esa cualidad de unidad musical y coherencia temática, hace que muchos de sus discos estén cerca de ser discos conceptuales. No llegan a la unidad narrativa de una opera-rock, ni siquiera al disco conceptual en sentido estricto, pero sí hay una cercanía temática y estilística apreciable en casi todos sus discos que ayuda a sumergirse alternativamente en los fantásticos mundos de Poe, Lovecraft, los hermanos Grimm o en viejas historias y leyendas de brujería y satanismo.
Circunstancias temáticas aparte y centrándonos más en lo puramente musical, Robyn Hitchcock (que colaboró con él en sus inicios) es, probablemente, el artista más similar con el que se le puede relacionar. La mezcla de pop, psicodelia, folk y rock en distintas proporciones, y su marcado carácter inglés es similar en los dos. La diferencia es que Hitchcock representa la cara amable y soñadora de la psicodelia y Roland, una más tenebrosa y siniestra. Si los dos escribiesen una canción sobre una tetera que vuela, en la de Hitchcock te serviría un té y tú volarías alrededor de ella; Roland haría que la tetera te matase empujada por alguna maldición fantasmal. Por lo demás, ambos son tan psicodélicos, tan marcianos y tan ingleses como humanamente se pueda ser.
Empezar comparándole con Poe, como hice al notar su oficioso título de “Poe del pop”, puede ser un inconveniente (el otro que se le atribuye, «Lord Byron del rock«, está tan obviamente fuera de lugar que no merece comentarse). Poe es uno de los más grandes escritores de la historia (y no me refiero solamente al género de terror), por lo que conviene relativizar esas comparaciones. Piensen que todo depende de con quién se le tenga que comparar a la hora de determinar su grandeza. A Poe se le compara con otros escritores, a Paul Roland con otros músicos pop que trabajan el género de terror. Resulta evidente que, ni en número ni en calidad, la competencia en uno y otro caso es equiparable.
La comparación, en ese sentido, puede ser válida como descripción. Esto es: Paul Roland es un músico pop que trata temas similares a los que trataba Poe… Incluso el mejor de los pocos que hacen eso. Pero no debemos interpretarla como una medida de su grandeza; Paul Roland es un artista competente, original y dotado de buen gusto, pero menor en el contexto absoluto de la música popular. Esto no lo hace menos disfrutable, de hecho está en la naturaleza de la música pop esa cualidad de cosa artesana que no aspira a la excelencia artística, sino al entretenimiento. Que algunos (pocos) artistas hayan trascendido esos límites, no debería hacer que no valorásemos a los demás en su justa medida. Y la obra de Paul Roland es, claramente, valorable y disfrutable.
También hay que mencionar, aunque sea brevemente, su faceta de escritor, en la que es aún más prolífico que como músico, y en la que le da con ganas a todas sus obsesiones. Biografías de Bolan o Lovecraft, colecciones de relatos de terror, libros sobre Jack el Destripador y otros asesinos en serie, ocultismo y brujería, nazis… Más de treinta libros que fabulan o exploran ese lado tenebroso del ser humano, a lo que hay que añadir sus colaboraciones en revistas, entrevistando a músicos como John Lee Hooker o Ian Anderson, o a actores como Peter Cushing.
La obra musical de Paul Roland es, ayudada sin duda por su singularidad temática, algo único en la música pop. Que además esté dotada un peculiar encanto personal y esté hecha con oficio y gusto, es la guinda del pastel. Realmente no se puede pedir mucho más. Psicodélicas historias para no dormir en clave pop que, afortunadamente, han encontrado en su pluma y en su voz un vehículo adecuado para infectar nuestras pesadillas de decadentes y deliciosos horrores.
Artista diletante profesional: de la literatura a los videojuegos pasando por la música o el cine, no hay arte a la que no haya ofendido.
Me vienen a la cabeza canciones sueltas de grupos sueltos pero… no. Carreras enteras construidas sobre el género de fanta-terror… entre poco y nada. ¿Misfits tal vez? ¿Cramps? …los Meteors casi caen más del lado fantástico que del terror, y no todas, todas las letras.
Bien buscado, Lord Mario, bien buscado.
Viendo lo exiguo de practicantes del género… ¿podríamos incluir a los grupos de rock cristiano? …como decía el drugo Alex…el antiguo testamento está lleno de hostias y mete-saca.
Se podría… si se atienen al gore. Pero la mayoría se ponen con lo de Jesús te ama, y así no.
Pos a mí me acojona…
Yo solo porque se parezca mínimamente a Robyn Hichtcock ya me parece motivo más que suficiente para catar algún disco del señor Roland. Alguna recomendación?
Realmente no soy un experto en la discografía de este buen hombre. Creo recordar que forrocabeza sí se lo tenía más estudiao. Dicho esto, «Danse Macabre» es el clasicazo de sus inicios, y un buen punto de inicio. Luego tiene una etapa que a mí me gusta, pero tiene un puntico hard casi jebi que se le puede atragantar al rockero purista, «Duel» mola si no le tiene alergia a ese rollo. De cosas más recientes (relativamente), «Nevermore» y «Reanimator» creo que están bastante bien.
Magnífico artículo, don Marisopa.
Mi preferido quizá sea «a cabinet of curiosities» seguido muy de cerca por «danse macabre» y luego quizá «masque».
Mucho Poe y Lovecraft claro, pero a mí con algunas de sus canciones de terror con giros curiosos (esa casa de reptles de duel) me traé a la cabeza a Stevenson, o incluso a Machen.
Un grande sin duda al que no pude escuchar unos meses porque alguien me metió en la cabeza que su voz es idéntica a la del cantante de un grupo de tecno bastante popular y así, me resultaba difícil sintonizar sin partirme de risa. Ya me curé, gracias a Satán.
Magnífico. Menos mal que ha venido el que sabe. Estaban a punto de descubrir que soy un fraude.
Cabinet… también me gusta bastante, Masque no lo he escuchado, o no lo recuerdo al menos. Voy a ver si lo veo por spoty o por yutuf.
Manitoba, lo que diga el Sr. Forrocabeza
Gran artículo !si señor ! Habrá que investigar.
Pater ,se me ocurren los White zombies como caso paradigmático de carrera musical construida en torno al género…el Rob zombie ha dirigido incluso varias filminas.
Y todo esto me ha venido a la cabeza por su espectáculo de cuando éramos mozos: zombie horror picture show, que me habrá venido por asociarlo con el anterior artículo del Marisopa.Joder,eso sí da miedo…
También he pensado en esta muchacha ,que da miedo:
https://youtu.be/j9_zS_NYG38
La banda suena guay. La muchacha también y… miedito, miedito… si que da, pero del rico.
Hostia… White Zombie/Rob Zombie… ¿Como se me pudo pasar?