Tiempo de recuperar otra crónica de concierto con fotos del 2014. Esta vez un concierto dentro del festival Incubate que se celebraba en los Países Bajos una vez al año en el mes de septiembre. Cave eran una banda cortada por el patrón del krautrock, pero entonces yo no lo sabía. Un año más tarde vino Damo Suzuki al festival y casi se me deshace el cerebro durante su concierto. Pero esa es otra historia. Las fotos no son nada del otro mundo, pero el concierto tuvo lugar en un espacio llamado “la caldera” y ese día, por lo que fuera, decidí tirar fotos sin flash.
También me llama la atención mi preocupación entonces por la puntualidad (o no). En la crónica del concierto de Protomartyr también tiro un par de comentarios al respecto. Ni idea de por qué.
Solo han pasado tres minutos de la hora anunciada (las ocho de la tarde) y la banda ya está tocando. Esta es una de las cosas que más me gustan de los conciertos en los Países Bajos: suelen empezar a la hora anunciada. Así que cada vez que voy a un concierto en España, ando todo loco metiendo prisa a mis amigos para estar en la sala a la hora anunciada, aunque luego la cosa se retrasa una hora y media y es entonces cuando me doy cuenta de que no estoy en los Países Bajos.
Además de esta costumbre de la puntualidad, hay otra cosa muy típica por estos pagos y es la manera de comportarse del público. Son super educados y un pelín fríos a la hora de interactuar con la banda, y aunque la sala estaba prácticamente llena, no tuve problema para caminar y llegar a las primeras filas (seguí el camino que abría el pipa de la banda, gracias tío!) y ver que había un espacio vacío de un par de metros entre el escenario y la primera fila de público. Esto pasa bastante a menudo. Así que yo me coloco en ese hueco y estoy tan a gusto viendo el concierto sin apreturas. Pude incluso tirar un par de fotos. No estoy criticando esta costumbre (no es que yo sea un ejemplo de extroversión) simplemente me parece curioso y así lo cuento.
Cuando consigo llegar a la zona vacía de las primeras filas, la banda ya está enrocada en uno de sus interminables bucles o como quieras llamarlos, repeticiones interminables con variaciones mínimas que hacen esas repeticiones interesantes y adictivas si prestas la debida atención o si tienes la cabeza en el sitio correcto. Soy muy malo recordando nombres de canciones pero la canción con la que abren me suena al igual que la gran mayoría de lo que tocaron esa noche.
Todavía recuerdo la primera vez que vi a Cave, hace unos años en dB’s en Utrecht. Realmente no los concía y fui a ver a Wooden Shjips, que tocaban dentro del famoso Le Guess Who Festival y resulta que los teloneros eran Cave, lo cual, en ese momento, me daba completamente igual. Ni siquiera había escuchado el nombre de la banda antes, pero como no tenía otra cosa que hacer, decidí quedarme a escucharlos un rato. Todavía recuerdo la sensación de que algo increíble e inesperado estaba ocurriendo y como, todavía con cara de loco, me fui a la mesa de merchandise de la banda mientras Wooden Shjips tocaban a comprar todos los discos que llevaban. Si soy sincero, no duré ni diez minutos viendo a Wooden Shjips. Después del concierto de Cave, me sonaban inanes y aburridos, así que decidí pirarme. Cave me habían vuelto del revés y estaba demasiado en shock como para escuchar a otra banda intentando sonar psicodélica. Una chica delante de mí se mosqueó porque la saqué de su ensimismamiento intentando acercarme a la primera fila para poder tirar alguna foto y me coloqué justo delante de ella, con lo que no veía nada, así que me pidió que me pirara. Yo no solo me moví, sino que me fui a casa contento de haber hecho a alguien feliz. Ella podía ver el concierto sin un cabezón inquieto delante y yo dejé de tener la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Pero lo que más recuerdo es como me enganché a una banda que hasta ese momento no sabía ni que existía. Las luces estaban bastante bajas y ellos empezaron lentamente a repetir una y otra vez patrones y cambiando sonidos aparentemente en segundo plano poco a poco y construyendo canciones añadiendo capas de sonido con esos pequeños cambios en segundo plano. El batería y el bajista son la columna vertebral de la banda, mantienen todo unido y los otros dos (tres en el concierto del 2014) son los que introducen esos pequeños cambios y las melodías que constituyen cada capa, cada repetición, lo que hace que éstas suenen distintas cada vez.
Creo que el sonido fue mejor la primera vez que los vi en dB’s. Esta vez el bajo estaba igual un pelín demasiado alto y sonaba demasiado gomoso, y el quinto miembro, que tocaba el saxo, la flauta y otros instrumentos de percusión estaba demasiado bajo y a veces era difícil oírle bien. El guitarrista de la derecha estuvo todo el concierto en la oscuridad tocando su Les Paul tranquilamente y con cara seria tras la hoy en día casi obligatoria barba. El cuarto miembro está en primer plano del escenario. Toca la guitarra o el teclado dependiendo de la canción.
No se ha afeitado en unos días y solo su mostacho es un poco más largo que el resto de su barba. La camisa de franela ayuda a dar la impresión de que se ha vestido solo porque es obligatorio y no porque él quiera. Antes de llegar al concierto se había tirado 10 horas de viaje en una furgona maltrecha, así su cara de cansancio entre canción y canción es más que comprensible. Pero cada vez que empiezan a tocar una canción nueva, la cara de cansancio desaparece y se le ve metido completamente en la música.
No tengo ni idea de cuánto tiempo tocaron, pero cuando acabó el concierto yo todavía quería más y esa es la mejor sensación que se puede tener tras un concierto, así que ni una queja por mi parte. Iré a verlos otra vez en cuanto se presente la ocasión.
persona humana de avanzada edad, pocas palabras y cierta inclinación por el lenguaje no verbal, obsesionado con los libros y la música, más de pescado que de carne y poco amigo de las mayúsculas.
no me he sumergido mucho en el mundo del kraut, pero ser «hipnotizado» en vivo es una de las sensaciones más placenteras que uno puede experimentar. recuerdo haber visto a los clientele en su momento y sentirme rodeado por la atmósfera sonora que tan bien tejían.
ah! una cosa peor que alguien se te ponga delante (drama constante en el caso de mi señora), que se te ponga delante a charlar con otra persona todo el bolo. contra ese tipo de gente yo solía contraatacar aberrando los estribillos bien cerquita de los tímpanos… tuvo usted suerte de no ponerse delante de mí, jajajaja! 😉
pd.: gracias por «salvar» el secreter con su aporte!!!
suelo ser civilizado en los conciertos, sobre todo si voy cámara en mano, y darme cuenta de que puedo estar molestando a alguien sin darme cuenta. yo creo que si me hubiera puesto delante de usté en un concierto, hubiéramos acabado de charleta tomando una birra.
Suscribo (desde la moderación y los valores fiesteros) su preocupación por la puntualidad: Una cosa es un cuarto de hora de cortesía. Otra cosa es media hora para que la peña prive y se ponga a tono. Y otra cosa muy diferente es tirarte una hora esperando a que empiece el ruido.
Acompañado toca los huevos. Si vas solo ya es bastante chinante, la verdad, jejeje…
Me tiene pasado (y más de una vez) pensar que llego tarde y encontrarme la sala todavía cerrada. Buenas costumbres las holandesas.
A mi con este tipo de música me pasa que desconecto e indefectiblemente, cuando me doy cuenta estoy repasando la lista de la compra mentalmente. De todas formas voy a pegarles una escucha a ver qué tal, que me ha entrado la curiosidad.
no sé si me alegro o no de que haya más maniáticos de la puntualidad, aunque he decir que antes lo era mucho más. ahora suelo llevar mejor lo de esperar… hasta un cierto límite, claro.