Nos quedamos solos: adiós a Ronnie Spector

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Se ha muerto Ronnie Spector, cantante de las inolvidables Ronettes y voz de algunas de las canciones más inolvidables del ya cada vez más lejano siglo pasado. Cada vez que se va un personaje así, los que crecimos con su música nos hacemos un poco más viejos mientras sentimos que algo se ha perdido dentro de nosotros. Por eso, quizás sea conveniente recordar más que su vida, la suya en la nuestra, es decir, la impronta que su música dejó en nuestra educación sentimental. Así que si esperas una necrológica, mejor vete a El País u otro periódico de crónica rosa.

Cosas de la vida y las redes sociales, ayer acabé hablando con un completo desconocido que me contó que había pasado una tarde junto a Ronnie Spector. Concretamente me dijo que había estado con ella “cuatro hilarantes horas”, se ve que había cronometrado el tiempo que había estado junto a la diva. Normal. No todo el mundo puede presumir de haber pasado doscientos cuarenta minutos junto a un icono del siglo XX. Yo, al menos, no puedo hacerlo. A no ser que contemos como icono al novio aquel de Falete que fingió un secuestro al que tuve la suerte o desgracia de conocer en una nochevieja en Sevilla. Desde luego que no es lo mismo. Y además, esa es otra historia. 

Foto promocional. 1970.

En realidad, hayamos compartido una tarde o no con Ronnie, todos podemos contar alguna experiencia personal en la que ella, a través de las canciones que tan bien interpretaba, haya participado. ¿Por qué? Porque Ronnie Spector era eso, un icono con una luz propia deslumbrante como solo tienen las grandes estrellas que siguen dando luz años y años después de apagarse y que como tal, se van entrevetando en nuestras vidas, como la grasa rica en el buen jamón y que se incrustan en nuestro recuerdo como Excalibur en la roca. Pero dejemos ya estos abochornantes ejemplos y pasemos a un breve emplazamiento publicitario para recordar que abajo hay un cajón para rendir homenaje a la finada y contar vuestro recuerdo indeleble que las canciones de las Ronettes os traen a la cabeza. Que al fin y al cabo, de eso se trata esto, de rendir homenaje como en los funerales anglosajones cuando los amigos del difunto salen a la palestra a contar las virtudes del ínclito. Yo voy a desgranar algunos de los míos porque para aportar datos ya tenemos la Wikipedia y a Fernando Navarro para que los copie. 

Ronnie Spector preparada para el Dirty Dancing.
Preparada para el Dirty Dancing.

Es 1989. Tengo 10 años y es hora de estrenar mi lustroso lector VHS importado de Alemania. El artefacto lo acaba de traer un tío mío que en los años 60 había emigrado allí junto a mis padres y que a diferencia de estos nunca volvió más allá de algunas vacaciones. La peli escogida se llama Dirty Dancing. Mi hermano, que me saca seis años, me pone al día y me sopla con aire pícaro que Dirty Dancing significa “bailando sucio”. Automáticamente pienso que el título atiende a una falta de higiene corporal, pobre de mí. 

La peli la vemos en familia, que es como se hacían antes las cosas. Bueno, o casi. Mi madre, mi hermano y yo. Mi padre pasa de melindres. Me resulta muy incómodo verla en presencia de mi madre. Ante tanta secuencia picante me sonrojo acalorado y me hago el distraído intentando mostrar un falso desinterés muerto de miedo a que mi madre nos impida verla entera. Afortunadamente no lo hace y podemos ver la película. Ese día hay manga ancha en mi casa, probablemente, los bíceps de Patrick Swayze fuesen un argumento de peso suficiente para salvar la peli del brazo censor maternal, algo que no sucedería años después con otros clásicos del cine que no pasaron el corte como “Porkys” o “Tren de lavado Top-Less”. 

En Dirty Dancing hay escenas de sexo mojigato y muchos roces. Hay pasión y hay miradas más intensas que las de Jesús Quintero. Hay bailes por todos lados, algo que para mi no es algo nuevo porque es el año de la Lambada aunque noto que esto es diferente. No tiene ese componente festivo, al contrario, es todo más íntimo pero también sucio, no sucio como yo me había imaginado. Es sucio como eufemismo de lúbrico. O al menos, eso intenta asimilar mi pacata mente de diez años. Y todo eso adornado con una música siempre presente que unida a las imágenes se impregna en la retina hasta fundirse para siempre.

Poco después mi hermano consigue la banda sonora y la graba en una cinta TDK de 46 minutos intentando copiar la tipografía de los créditos de la película en el lomo del casete. Lo escribe en rojo, ligeramente inclinado, y lo contornea en azul. Todavía me acuerdo porque he escuchado esa cinta infinidad de veces y a esa edad no se te olvidan las cosas. Ya lo decía Buñuel en “El último suspiro”, los recuerdos anterógrados son los últimos en extinguirse. 

Look imbatible.
Look imbatible.

La banda sonora incluye entre otros temas clásicos de los años 60 el Be My Babe de Las Ronettes, probablemente la canción más fácilmente identificable de la historia de la música popular en sus dos primeros segundos de escucha. El tema me transmite desde el primer momento una pena infinita, tanta que en mi interior siembro la idea, idea que con el tiempo acabará dando forma a una falsa certeza, de que a la chica de la voz trémula que rompe el muro de Spector le ha pasado algo grave. No me digan por qué pero llego a la conclusión que ha muerto joven y de forma trágica. Escucho la canción hasta la saciedad y pienso en esa voz que todavía no sé a quién pertenece, ni a qué nombre atiende, mientras imagino que habrá sido de su vida. Porque algo le ha pasado, de eso no cabe duda. No puede haber sobrevivido todos estos años. No con esa voz tan triste. 

Afortunadamente, como pitoniso ya de aquella estaba lejos de poder ganarme la vida y Ronnie vivió muchos años y gozó del éxito en diferentes etapas de su vida, vida que no fue cómoda ni mucho menos. En la prescindible pero hasta ahora única biografía de Phil Spector publicada en castellano, la de Júcar, se cuenta que el bueno de Phil la tenía recluida en su mansión, cual princesa en castillo (y desde luego en este caso el símil es válido porque era un castillo) y apenas la dejaba salir. Según se dice en el libro, Ronnie tenía permiso para ir de compras en un coche solo si era acompañada por un maniquí que emulaba a Phil (seguro que un poco más alto) sosteniendo un cigarro en los labios. El mismo truco que algunos usarían cincuenta años después para colarse en el carril de alta ocupación pero con un fin mucho más ruin y menos pragmático. 

Say Goodbye To Hollywood (Epic, 1977).
Say Goodbye To Hollywood (Epic, 1977).

Cuando Ronnie huyó de su marido en plenos años 70, no lo pasó bien. Se pasó siete años sin dar un concierto intentando recomponer su vida hasta que Billy Joel compuso Say Goodbye To Hollywood pensando en ella, canción que por azares de la vida acabaría grabando con la banda de Springsteen. Con este último acabaría tocando en directo varias veces empeñado como estaba en devolverla a los escenarios. 

Algo de efecto tuvo porque Ronnie Spector disfrutó después de esto una segunda época en la que coquetearía con el punk, añadiendo otra punta a su estrella y dejando de ser una artista de los 60 para acabar de convertirse en una musa de una nueva generación de espíritu contestatario, al igual que había sido la suya. Y es que los primeros punkis fueron unos de los primeros en darle valor a esos temas oldies de los años 60 en una época en que las canciones de dos minutos y medio eran cosa del pasado. En los 80 grabó dos LPs, sus primeros largos hasta la fecha, que incluyen colaboraciones con Susanna Hoffs, Joey Ramone y Cheetah Chrome moviéndose cómodamente en unos territorios que no estaban diseñados para ella. Hay que reconocer que no son sus mejores trabajos pero en todos hay buenos momentos y sobre todo, está su voz inigualable. 

Ronnie Spector con Iggy Pop y David Bowie.
Con Iggy Pop y David Bowie.

La fascinación que provocaba Ronnie Spector no era nueva. Mucho antes de todo esto Ronnie y sus Ronettes había vuelto locos a los Beatles con los que compartirían una gira por Inglaterra en 1964 y también otra por EEUU en 1966. Por ahí andaban también los Remains, ahí es nada. Los Beatles llegarían a producirle un fantástico single en Apple Records que sería su debut en solitario. Más tarde, esa misma atracción que desplegaba recaería sobre Bowie, Iggy Pop y en toda la plana mayor de los 70 que huían de los largos desarrollos instrumentales de las bandas de la época. Porque las Ronettes eran diversión. Canciones de amor para adolescentes y para los que no lo son pero rehúsan a dejar de serlo.

Mi recuerdo no se acaba en Dirty Dancing, qué va. Hace unos años tuve la suerte de ver a una muy digna Ronnie Spector en Santander donde ofreció sus éxitos de los años 60 además de alguna joya inésperada como el I’d Much Rather Be With The Girls de Andrew Oldham y un emotivo You Can’t Put Your Arms Around a Memory de Johnny Thunders que llegó a grabar junto a Joey Ramone. Y sí, cantó la de Dirty Dancing. 

Foto promocional, 1977.
Foto promocional, 1977.

15 comentarios en «Nos quedamos solos: adiós a Ronnie Spector»

    1. Claro que sí, Padrecito. Yo estoy seguro que fue ahí la primera vez que escuché conscientemente el nombre de la banda (me gustaría decir otra cosa más molona pero esto es asina).

  1. Que bueno el show que hacía en la gira de 2018. Un «documental» de su vida, en directo.
    Se merece el descanso, por su trabajo y por su vida. Además, no creo que se encuentre a Phil en el cielo…

    1. Desde luego Torremadrid. Aquella gira fue un regalo. Las historias que contaba entre canción y canción eran geniales y además a ella le venían muy bien para descansar y recuperar el resuello. Un saludo!

  2. yo a las ronettes las conocí via ramones, ‘baby i love you’ fue la canción que más me gustaba de un disco que en principio no acabó de convencerme.

    lo que cuentas de dirty dancing se parece mucho a lo que me pasó a mi con ‘stand by me’, la peli. la de vueltas que le di a la k7 de la bso de esa peli!

    1. Seguro que todos tenemos una historia de esas, Poodle. Y es que esas bandas sonoras de refrito de temas de los 50 y de los 60 son una bomba emocional si te pillan con la edad adecuada.

  3. Lo del Black is Back de aquel año fue maravilloso… Leyendas del siglo 20 en un entorno agradable, sin mucha gente y a buen precio. A ver si repiten este año.

    1. Pues sí, menudo cartelón. Pena que los años pasen porque de esa generación ya muy pocos quedan y muchos menos de forma digna. Que nos quiten lo bailao.

  4. Manitoboooo, qué bueno! Pues a mí siempre me fascinó esa relación que la unía a la escena CBGB, no sé qué encontró en ellos, qué sensibilidad hallaba en esos temas que ella reinterpretaba con mayor o menor fortuna. Porque una cosa es que Joey o Cheetah se te acerquen a que les firmes un disquillo y otra lanzarte a un escenario o meterte en un estudio con una de Choni Zanders en el setlist. De la Mary Weiss igual sí me lo esperaba, pero la Ronnie siempre me pareció demasiado frágil como para hacer cola en el baño del CBGB.

    1. Muy bien apuntado, Juan. Desde luego que fue algo mutuo. Yo tampoco entiendo muy bien cómo pudo haber llegado a encontrase tan cómoda en una escena como aquella aunque las fotos y el cariño con que ella hablaba todavía hace nada de Thunders o Joey así lo atestiguan. En cualquier caso qué guay que ella se hubiese metido en ese lodazal. Todavía engrandece más su figura.

  5. Al concierto de SATANder me fue imposible ir, buena envidia me dieron después mis amigos.
    Y un apunte, yo descubrí «be my baby» mucho antes que la original por la versión Les Surfs que andaba por casa.

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