La gente es reacia a contar los problemas sucedidos durante sus viajes. Fotos que muestran sin rubor sonrisas forzadas y chancletas pero que también dejan ver parejas rotas, buffet barato y nervios a prueba de rent-a-car. Los viajes perfectos no existen. Siempre hay otra parte de la que nadie quiere hablar: la parte chunga.
Hoy veremos cómo una experiencia tan apetecible como un viaje al sur del Egeo se puede convertir en una pesadilla. Hoy en La parte chunga nos vamos a Creta.
La gente es reacia a contar los problemas sucedidos durante sus viajes. Fotos que muestran sin rubor sonrisas forzadas y chancletas pero que también dejan ver parejas rotas, buffet barato y nervios a prueba de rent-a-car. Los viajes perfectos no existen. Siempre hay otra parte de la que nadie quiere hablar: la parte chunga.
Hoy nos vamos de festival a las profundidades de la estepa.
Max Power es un detective privado, tan ducho en el uso de los puños como en el de la lógica deductiva. Ha consagrado su vida a restaurar el equilibrio en el universo y no permitirá que nadie –animal, vegetal o mineral– se interponga en esa noble y, en ocasiones, lucrativa tarea.
En esta ocasión tendrá que usar sus poderes deductivos para resolver un complejo crimen en la alta sociedad.
La gente suele ser reacia a contar los problemas sucedidos durante sus paroxísticos viajes. Sin embargo, con gratuidad y mal gusto, se abunda con profusión en detalles nimios narrando los parabienes del destino escogido. Y todo acompañado de fotos que muestran sin rubor sonrisas forzadas y una indecorosa exaltación pinrélica en chancleta pero que también dejan ver parejas rotas, congestiones de buffet barato y nervios a prueba de rent-a-car. Los viajes perfectos no existen. Siempre hay otra parte de la que nadie quiere hablar: la parte chunga.
Max Power es un detective privado –duro pero de buen corazón–. Su habilidad en el uso de los puños es comparable a la de Mike Hammer y su capacidad para la lógica deductiva hace palidecer a la de Sherlock Holmes. Por último, pero no por ello menos importante: su conocimiento de la física cuántica –la filosofía que rige su vida– es equiparable al de un adolescente que se compró un libro de Stephen Hawking para impresionar a una profesora sustituta. Estas son sus aventuras (las de Max Power, no las del adolescente cachondo, esa es otra historia).