Las hienas y la penúltima gran banda de rock and roll que pisó este planeta y el acelerador

motores y bragas

El «Destroyer» de los Kiss se abre con «Detroit rock city». La larga intro, con ese motor de octanaje sano y la radio emitiendo buen rollo, contrasta con el abrupto y fatal final. Está inspirada en la muerte en accidente de circulación de un fan que regresaba a casa tras un bolo de los «carapintadas». Desde la anécdota Paul Stanley reflexiona sobre lo efímero de la vida, la cruel paradoja de ir de fiesta y morir en el camino. Y uno podría atreverse a salvar la distancia del pensamiento, situarse en el asiento de al lado o en la acera cercana y preguntarse: «¿Por qué yo? ¿Por qué aquí?».

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