Nos ha dejado muy tristes la muerte prematura de Dallas Good, cantante y guitarrista de The Sadies, banda canadiense de rock americano que deja un hueco absolutamente irreemplazable no solo en la escena de Country Alternativo sino en ese cajón de sastre llamado Rock’n’Roll. Sin Dallas no volverá a haber The Sadies y sin The Sadies, este valle de lágrimas llamado vida es desde ayer un lugar un poco más triste y desangelado. Desde Mundo Secreter rendimos nuestro humilde homenaje.
Jim Jarmusch, una de las pocas personas de la industria de Hollywood que todavía conserva un gusto excelso (a veces incluso por encima de su talento) ha sido de los primeros en mostrar sus condolencias. No es de extrañar. Jim es fan confeso de la banda hasta el punto de haber mencionado a Dallas y a su hermano Travis en su reciente The Dead Don’t Die. Aunque sea haciendo de un cadáver zombie. Después de asesinarlos, Danny Glover suelta el huevo de Pascua: “Eran nuestros mejores clientes. Los hermanos Travis y Dallas Good”. Es quizás de alguna manera lo más cerca que han estado de haber llegado a obtener una fama internacional que nunca les llegó, que no el reconocimiento. De esto último se puede decir que van sobrados. La pena es que el reconocimiento no paga facturas.
Mucho antes del curioso homenaje de Jarmusch, The Sadies se forman en Toronto en 1994. Después de algunos cambios en sus inicios se asentó la que sería la formación que nos acompañaría hasta nuestros días: los hermanos Travis y Dallas Good a las guitarras y voces, Sean Dean al contrabajo y Mike Belitsky a la batería. Una sección rítmica impecable y con clase para dar y tomar puesta al servicio de dos de los mejores guitarristas de su generación.
Tras un LP de debut autoeditado y dos discos con Bloodshot Records, en 1999 graban junto al gran Andre Williams, Red Dirt, disco que será editado en Sonic Rendezvous y que se puede entender como un punto de inflexión en su carrera. Su sonido sucio y áspero como la lija, encaja como un guante de seda con la voz cavernosa de Andre Williams y viene a anticipar lo que The Sadies serían capaces de hacer en los próximos años.
Durante los principios de los dos mil, continúan grabando buenos trabajos que publicarán en diferentes sellos hasta que aterrizan en Yep Roc Records donde dejarán constancia de su ya por entonces fabuloso directo en el álbum publicado en vivo Concert Volume One.
Poco después editan New Seasons (Outside Music, 2007), premonitorio título grabado en los estudios de Paco Loco en El Puerto de Santa María con Gary Louris de Los Jayhawks a la producción, casi nada. Fruto de esta colaboración surgirá su primer viaje a España y a partir de ahí serán habituales las giras por nuestro país.
Es a principios de los 2000 cuando tocan el cielo en el estudio. El oscuro Darker Circles (Outside Music, 2010) seguido del que para mí es su mejor trabajo, Internal Sounds (Outside Music, 2013) dejarán la impronta de un momento de forma compositivo en estado de gracia con sendos LPs de impecable factura. Entre medias, vuelven a grabar con Andre Williams un disco divertidísimo, Night & Day que saldrá publicado en Yep Roc en 2012.
En cualquier caso The Sadies son, eran, una banda de directo. Los que los hayan visto sabrán de lo que hablo. Conciertos largos y abrasadores en los que mostraban sus muchas influencias en una propuesta única que dejaba exhaustos al puñado de afortunados que inexorablemente, eran atrapados después de ver uno solo de sus conciertos. Conozco mucha gente que han tenido la oportunidad de verlos en diferentes ocasiones pero a muy pocos que hayan estado en uno solo de sus conciertos.
Es difícil transportar a un texto el ambiente único que se generaba sobre los escenarios que pisaban. The Sadies era simple y llanamente la mejor banda de rock’n’roll que se podía ver en una sala. Sus canciones pantanosas parecen emerger entre una niebla de humo y tristeza que te transportaba directamente a un universo lisérgico. Sabiendo medir con una sensibilidad única la temperatura de la sala, sus sets iban subiendo de intensidad hasta que a punto de reventar, se acercaban a una traca final donde había cabida para introducir vigorosas versiones en un directo que en ocasiones era jalonado con un medley de primitivo Garage 60s.
En el escenario Dallas lucía un aspecto imponente. Porte, clase y elegancia, no solo por sus sus trajes Country estilo Gram Parsons sino por ese halo especial y místico que su presencia desprendía. En ocasiones cerraba los ojos cuando cantaba y cuando los abría, su mirada absorta te ayudaba a transportarte a un lugar tan lejano como sus pensamientos.
The Sadies eran una de esas bandas que se pasaban la vida en la carretera. Tocando en buenas salas pero también en tugurios, durmiendo en habitaciones baratas de hotel por un sueldo variable que no parecía ofrecer una vida acomodada y mucho menos cómoda. La vida del rock’n’Roll. La de verdad. Pero como él mismo decía, el Rock’n’Roll era lo único que les motivaba.
Es difícil describir su música. Ajenos a estilos y a convenciones, sus canciones son una mezcla de Garage, con influencias de Punk Rock, Country & Western y por supuesto toneladas de Rhythm & Blues. Nada nuevo bajo el sol pero fruto de una perseverancia espartana, terminaron por cuajar un estilo único y personal. Nadie suena, sonaba, como The Sadies. Eternamente comparados con The Band, en parte seguro por su mismo origen, ellos siempre se sintieron honrados y agradecidos por la referencia al mismo tiempo que la desechaban como influencia. Dejan atrás más de una docena de discos y colaboraciones no solo con Andre Williams sino también con Kurt Vile, John Doe o los mismísimos Ronnie Hawkins y Garth Hudson.
Nos quedamos sin embargo con la largamente esperada colaboración con Los Chicos, banda española amiga, que ahora sabemos que no llegará. Cabe esperar eso sí, al menos un disco póstumo que a tenor del single recientemente editado parece próximo a salir.
Pero sobre todo, nos quedamos sin una de las presencias más embriagadoras sobre un escenario. No nos queda más remedio que, como tantas veces nos ha tocado hacer recientemente, levantar la cerveza y brindar por sus canciones. Ya lo cantaba Dallas en su excepcional Cut Corners:
Here’s to the lucky ones
Let’s drink to better days
To you and yours everywhere
This one’s on me, for a change
Don’t cry for me
Va por ti, Dallas.
El sesenta por ciento de mis obsesiones lo conforman el cine, la música y la cocina. El otro sesenta mi pasión por las matemáticas.
Una lástima. Y muy joven.
Una tragedia, Padre.
Gran pena, buen artículo-homenaje Manitoba.
Muchas gracias, Weedian!
La verdad que ha sido un bajonazo.
Tengo una historia personal con The Sadies que suena a moña, pero hace 14 años fue al primer concierto que fuí con mi pareja al poco de conocernos, siempre hemos tenido ese día en un pedestal.
Para nada, Panoli! Esos recuerdos se unen a la música hasta ser inseparables. La educación sentimental!
no los conocía y es una lástima que me ponga a ello en estas circunstancias. un abrazo caballero.
Una pena Juan, porque el do de pecho lo daban en sus directos. En cualquier caso, el hermano también toca lo que quiere y me imagino que seguirán con algún proyecto así que habrá que estar atentos. Abrazos!
I am very happy to listening and reading it, keep it up phonpegirl.in
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