Vuelo 009 para Nueva York

oistrakh

Es 30 de septiembre de 1949. El héroe del pueblo está de cumpleaños. Lo celebra con su mujer, Tamara, y su hijo, Igor. Suena el teléfono. Cuando es descolgado una voz al otro lado concede -sí, concede- una felicitación. Es la voz de Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, el camarada Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y Presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. Es decir: Stalin. En realidad no sabemos si esa llamada se produjo pero, dado el caso, ¿qué podría regalar Stalin a quien el Estado ya había otorgado todos sus honores?

El pulso de acero y su ética estajanovista

Oistrakh, de nombre David. Nacido en 1908 en Odessa, en la Rusia zarista. Dos Órdenes de Lenin, dos Órdenes de Honor, Artista del Pueblo, Premio Stalin, Premio Lenin, Artista Honorario de la Unión Soviética, Gran Cruz de la Orden del León finlandesa, Gran Oficial de la Orden de Leopoldo II de Bélgica. Retó a Sergey Prokofiev a una partida de ajedrez… y perdió. Aram Khachaturian le dedicó una composición y Dmitri Shostakhovich dos. Su violín se escuchó en la línea del frente y bajo las bombas en Stalingrado durante la II Guerra Mundial. Sus grabaciones para Melodiya reportaron prestigio y royalties al país vía licencia a pérfidos sellos capitalistas del oeste. Un héroe en toda regla del Partido, del Pueblo, de la Unión Soviética. Se ganó el privilegio de utilizar en sus actuaciones los violines Stradivarius propiedad del Estado: al menos siete pasaron por sus manos, pero sus favoritos fueron el Conte di Fontana de 1702 y el Marsick de 1705. En 1935, con 27 años, participó en la primera edición del certamen Henryk Wieniawski en Varsovia, Polonia.

La flor prodigiosa y su talento innato

Neveu, de nombre Ginette. Nacida en 1919 en París, Francia. A los siete años ya actuaba en público e interpretaba el «Concierto para violín, nº 1» de Bruch y el «Concierto para violín en mi menor» de Mendelssohn. Con doce se clasificó en el cuarto puesto de la Competición Internacional de Viena. Su actuación conmovió al más prestigioso profesor y estudioso del violín del momento, el húngaro Carl Flesch, quien la convirtió en su discípula sin cobrar honorarios. La adolescencia la pasó en una gira continua que la llevó por Alemania, Polonia, Unión Soviética, Estados Unidos y Canadá. Ya en la postguerra sus viajes, acompañada por su hermano Jean Paul al piano, la llevaron hasta Australia y Sudamérica. Su memoria es honrada hoy con una calle en Montmartre y como receptora póstuma de la Cruz de la Legión de Honor francesa. Cimentó una fulgurante carrera con las sonrisas y lágrimas que provocaba con su Stradivarius, de 1730, regalo de su devoto tutor. El mismo Flesch que un buen día, siendo ella aún adolescente, apareció con unos billetes de tren, una reserva de hotel y un entusiasmo contagioso. Así fue como, en 1935, con 15 años, participó en la primera edición del certamen Henryk Wieniawski en Varsovia, Polonia.

La batalla de Varsovia

La celebración de la Competición Internacional de Violín Henryk Wieniawski era una cuestión de Estado. La joven república polaca había dotado al certamen de unos premios entre los más generosos de Europa. A mayores otros gobiernos, como el francés, habían prometido una prima a sus participantes patrios si ganaban. Por orgullo nacional o por llenarse el bolsillo a Varsovia acudieron 180 violinistas de 23 países diferentes. En las dos rondas eliminatorias David Oistrakh demostró ser un genio de su tiempo, pero la brillantez de la niña prodigio Neveu lo eclipsó todo. La excelencia con que interpretó el «Tzigane» de Ravel fue la puntilla que rindió a los 21 jueces y al llamado a ser mejor violinista del siglo. Era el 16 de marzo de 1935. No sabemos si el resultado dolió en Moscú, pero sí que uno de los primeros contratos firmados por Neveu tras su triunfo fue para actuar en la Unión Soviética. Julian Barnes afirma en su novela «El ruido del tiempo» que «en la Rusia de Stalin sólo había dos clases de compositores: los que estaban vivos y asustados y los que estaban muertos». Dos clases de compositores… de músicos… de personas. ¿Cómo afrontó la derrota Oistrakh? Pues se repuso. Dos años después ganaba en Bruselas la primera edición del premio Reina Isabel de Bélgica. En 1942, en lo más crudo del conflicto mundial, recibía la más alta condecoración soviética y se afiliaba oficialmente al Partido.

El accidente

Casi un mes después de que David Oistrakh cumpliese 41 años, el 27 de octubre de 1949, Ginette Neveu tomaba en Orly el vuelo 009 de Air France con destino a Nueva York. Era su tercer viaje transoceánico y tenía por delante tres meses de gira, con 17 recitales programados con nueve orquestas diferentes en Estados Unidos y Canadá. A su querido Stradivarius había añadido un Guadagnini y dos recios estuches de piel de cocodrilo. En torno a las tres de la madrugada del 28 de octubre el avión se estrellaba contra una montaña en el archipiélago portugués de las Azores. No hubo supervivientes. Sí sospechas. Era un vuelo nocturno pero la visibilidad era óptima. El piloto, Jean de la Noüe, tenía en su currículum 41 travesías sobre el Atlántico y 23 aterrizajes previos en las islas. El avión, un Lockheed Constellation, sólo tenía dos años de antigüedad y la revisión en París no arrojó dudas. ¿Qué pudo pasar? La escala en la isla de Santa María era habitual para repostaje y descanso de la tripulación. El vuelo 009 para Nueva York encontró su fin en la vecina isla de San Miguel. Aparentemente, tras una primera aproximación fallida, el piloto inició el descenso en firme… hacia la isla equivocada. Las hipótesis hablan de un despiste fatal de un confiado Jean de la Noüe; o una mala lectura del sistema de radiogoniometría, que mide la situación de un aparato mediante ondas de radio; o mismo un fallo de dicho indicador, lo que alentó a diarios de París y Nueva York a deslizar la sospecha de un sabotaje. De ser cierto esto último, ¿quién sería el objetivo? Junto a Ginette Neveu y su hermano viajaban el boxeador -y pareja de Edith Piaf- Marcel Cerdan, una joven heredera alsaciana, cinco pastores vascofranceses, dos editores de prensa, un pintor, un fabricante de merchandising de Disney… ¿Por qué el Estado francés creó una comisión de investigación paralela a las de Air France y las autoridades portuguesas? ¿Cómo se recibió la noticia en Moscú?

Los restos

ginette neveu
¿Niñata repelente objetivo del espionaje soviético? Al menos una de estas afirmaciones no es cierta.

Tiempo después del accidente agentes de Air France visitaron al luthier Marcel Vatelot en su taller. El mismo al que había acudido 15 años atrás Carl Flesch para adquirir el Stradivarius con que Ginette Neveu cimentaría su carrera. Ella misma le compró el violín Guadagnini. Los peritos de la compañía aérea le preguntaron a Vatelot si reconocía una serie de objetos: un estuche y dos arcos. El luthier identificó al momento, como propiedad de su afamada cliente y amiga, uno de los arcos: un Hill & Sons, modelo Flor de Lys, con montura de oro y adornos de carey. Movido por la curiosidad les preguntó dónde lo habían encontrado, pues de entre los restos del accidente apenas había podido recuperarse la voluta del Guadagnini. Los agentes de Air France le contaron que de camino a las cumbres de San Miguel pasaron por una aldea. Allí se encontraron a un hombre que estaba tocando el violín. Les llamó la atención la ostentosidad del arco. Interrogaron al aldeano y, como éste confesó que no era suyo, se lo incautaron. Vatelot preguntó entonces: «¿Y el violín?». La respuesta: «Era un violín tan viejo y lo tocaba tan mal que supimos al instante que no tenía valor». Vatelot enmudeció.

11 comentarios en «Vuelo 009 para Nueva York»

  1. vaya movida más turbia. no tenía ni idea, no había esucuchado el nombre de ginette neveu hasta que he leído este artículo. de david sí que había escuchado hablar (y tocar), de hecho el último disco que he pillado es de él y su hermano igor tocando bruch y beethoven.

    1. pues pensaba que le sonaría al menos el nombre, que es usted el forero más puesto en la materia! yo conocía la historia leyendo sobre oistrakh, por el que tengo cierta debilidad. suyo fue el primer disco del género que tuve en mi mano y que disfruté escuchando: precisamente tocando bruch, la «fantasía escocesa».
      https://www.discogs.com/Bruch-Hindemith-David-Oistrakh-London-Symphony-Orchestra-Horenstein-Scottish-Fantasia-Violin-Concert/master/551183

      luego tengo una cajita de cedeles con todas las sonatas de beethoven a cargo de la dupla oistrakh + oborin. telita!
      https://www.discogs.com/Beethoven-David-Oistrakh-Lev-Oborin-The-Sonatas-For-Violin-And-Piano/release/9134201

      uno de mis sueños húmedos es conseguir la serie de elepieses con sus portadas originales, no la caja con los plásticos dentro, pues aparte de la calidad musical el portadismo clásico es una de mis debilidades, no las ilustraciones artísticas sino las fotos de intérpretes seriotes, solemnes, casposos, dignísimos con su papada!
      https://www.popsike.com/pix/20110113/110635811934.jpg

    1. acabo de comprobar que está incluido en «relatos de lo inesperado», pero no me acordaba en absoluto.

      buscando entre sus libros he encontrado esta joyita al (h)ojear:
      «me encanta retozar»
      diario de oswald, vol. xiv
      😉
      dahl es una de las razones por la que devoré muchísimo «anagrama» en su momento.

  2. Vaya historia más buena. No la conocía, bueno, ni a los músicos que la protagonizan. Se esclarecieron los hechos finalmente? Hay versión oficial? Me he quedado intrigado!

    1. sí, sí, a día de hoy parece claro que fue un despiste fatal del piloto o del tripulante encargado de dar las coordenadas: A4? montaña!! 😉 que se investigase con tanto ahínco viene dado más por las celebrities que iban en el avión que por sospechas de sabotaje. lo que pasa es que yo lo he escrito con un sombrero de papel albal en la cabeza, jejeje, aprovechando que había unas finísimas y apenas perceptibles interrelaciones entre hechos.

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