Todo lo que sube, baja; y todo lo que empieza, termina. A partir de esa sencilla premisa, a los humanos les es fácil imaginar y contar mitos sobre el fin del mundo, algo que antes de saber por medios científicos que inevitablemente sucederá, ya era terreno propicio para la fabulación. Las religiones han gozado del monopolio de la explicación de lo inexplicable, ligándola a la moralidad, su otra razón de ser. Salvación y condenación se unen en estas fábulas a la condición de fiel o infiel.
La razón de ser de la fascinación por estos mitos es evidente: a todos nos gustaría conocer el futuro, saber qué va a ser de nosotros y si podemos hacer algo para mejorar nuestra suerte. Luego todo es cuestión de adornarlo convenientemente con una rica imaginería de destrucción y éxtasis.
Y, sobre todo, subir las apuestas: la salvación tiene que ser extremadamente seductora y la condenación algo realmente abominable y terrorífico. Ahí –sobre todo en esto último– radica el secreto del éxito de un fin del mundo como Dios manda (nunca mejor dicho). El apocalipsis cristiano está bastante conseguido en ese sentido y no es de extrañar que sea uno de sus puntos fuertes. Pero, como todas las cosas, era mejorable. Diferentes grupos puritanos americanos se han dedicado a ello con ahínco los últimos siglos, adornándolo con generosas dosis de tremendismo y gore, muy disfrutables por los amantes del género del horror.
La música country, que tiene sus orígenes en la música religiosa que se cantaba en esas iglesias y que es la preferida por la américa blanca y rural seguidora de esas creencias, es un vehículo idóneo para poner banda sonora a esas historias. Para ser sinceros, las mayoría de las manifestaciones de ese country-gospel, al menos las más interesantes, se han centrado tradicionalmente en el otro aspecto: la salvación. Y eso está muy bien, no dudo que cantando uno se acerque a Dios y todo eso… pero hoy estamos hablando de otra cosa; hablamos de miedo, de la ira de un dios cabreado y de pesadillas maceradas en alcohol destilado clandestinamente. O sea, vamos a hablar de The Backwater Gospel y de Sons of Perdition.
En lo que se refiere a la música, o sea, a Sons of Perdition, lo primero que hay que hacer notar es que, en contra de lo que pueda parecer, esto no es obra de una peligrosa secta de tarados rednecks empapados en moonshine bourbon. Es obra de un único individuo, de complexión gafapasta y profesión músico indie. Estaremos de acuerdo en que si la farsa es creíble –y esta lo es–, el valor del farsante se duplica. En cualquier caso, hay que reconocer que la farsa está currada: desde el nombre del tipo –Zebulon Whatley– a la imagen en la que envuelve sus pesadillas musicadas y su temática, todo nos remite a un imaginario y terrorífico western de imprecisa datación y opresivo ambiente religioso. Lo único que falla –no todo podía ser perfecto– es su aspecto de empollón gafotas víctima de abuso escolar. Aunque sería deseable una imagen más convincente, no dejaremos que eso interfiera en nuestro juicio.
El ebrio country narcotizado e hipnótico que Zebulon y sus Hijos de la Perdición (o sea, él mismo y algún muy esporádico colaborador) ejecutan con maligna frialdad se demuestra óptimo para acunar pesadillas de toda índole. Después de escuchar unos cuantos temillas, tuve un extraño sueño en el que la leyenda country George Jones primero fingía ser mi amigo para después traicionarme vilmente, despojándome de todo lo que quería, incluyendo la moto y la churri. Ya lo ven, con su pinta de hombre de provecho y yerno ideal. No quiero ni imaginarme lo que hubiera soñado si fuese más receptivo a la imaginería y temática religiosas; de fuego del infierno para arriba (o sea, para abajo), no me cabe la menor duda.
Para terminar, les invito a que vean el corto que da sentido a toda esta pesadilla presbiluterana (y subsana el problema de imagen del amigo Zebulon), poblando esas pesadillas de western religioso de terroríficos dibujitos –entre lo gótico y lo posmoderno– entregados al caos y la destrucción más gore.
El tema central de la banda sonora es la tonadilla anterior, una pequeña maravilla, y el propio Zebulon Whatley pone voz al viejo vagabundo. No se lo pierdan… es una genialidad en todos los sentidos posibles, incluyendo el ser una precisa ilustración de esos ambientes malsanos que mencionaba.
El director del corto, un danés llamado Bo Mathorne, tiene sin duda, mano y talento para conjurar esos ambientes perturbados con imágenes impactantes de un marcado estilo propio. Es un poco sorprendente, que desde la realización de este Backwater Gospel, hace ya más de una década, solo haya realizado (que yo tenga noticia) un videoclip. Uno imaginaría que Tim Burton le habría hecho ya una oferta de esas que no se pueden rechazar, pero parece haber sido una víctima más de estos tiempos, otro talento desperdiciado por una industria en busca del dinero fácil y el fenómeno viral que da satisfacción inmediata a un público más interesado en decir que ha visto tal peli o serie y comentarla en las redes sociales que en ver realmente artefactos con personalidad.
A todos nos gustan las historias de miedo. Somos adictos a las emociones fuertes y el miedo a lo desconocido es una de las más potentes. Quizás fuese la primera emoción metafísica –es decir, ajena al mundo perceptible– que tuvo el ser humano. Pocas cosas hay mejores (al menos que se puedan describir en un medio para todos los públicos) que deleitarse con una historia de horror antes de irse a la cama. Pero recuerden: a los niños malos que no se duermen a su hora, se los llevan los Hijos de la Perdición.
Artista diletante profesional: de la literatura a los videojuegos pasando por la música o el cine, no hay arte a la que no haya ofendido.
Al primero al que le vi expresar sus dudas sobre que la salvación, el proceso que no el fin, podía ser no tan atractiva fue a Aberasturi. Partía de la premisa de que el juicio se celebrará en un valle y allí acudiríamos tod@s en bolingas a ser juzgados. Ya sólo por la vergüenza de hacer cola con el resto de la familia tal y como Dios -ehem- nos trajo al mundo era un mal trago nivel top. Del resto ya mejor ni hablar…
Me lo estoy imaginando con la voz y el careto de Aberasturi y me he hecho creyente de esa iglesia. Sons of Aberasturi, Coming Soon.
Muy rico el corto, don Mario, mu rico.
Sobre el tema estrictamente escatológico… parece que hay unas cuantas iglesias reformadas en USA para las que el Apocalipsis es EL tema central. Está al caer. Es el plan de dios y será una enorme orgía de muerte y destrucción tras la cual los ornis, digo… diosito se llevará a los buenos y dejará a los malos ser pasto de los demoños. Los buenos son los de tu iglesia, sobra decirlo. El apocalipsis es inminente, es bueno y es lo que dios quiere así que cuanto antes mejor.
Lo que da más miedo es ver cuantas personas que se creen eso a pié juntillas tienen responsabilidades al más alto nivel en USA…lo que podría afectar a las decisiones que tomen en un momento determinado (Si hacemos caso a Murphy…siempre el peor momento)
De hecho creo que esto lo ví en un docu de Michael Moore y luego leí algo parecido hablando de Oriente Medio y los lobbys pro-israelíes en Washington. Al parecer hay cristianos muy antisemitas que son pro-sionistas a tope porque están convencidos de que el fin de los tiempos comenzará en Oriente Medio… y dios lo quiere.
Si ese contexto es exacto… la parodia musical del pobre gafapasta adquiere nuevos matices.
Buah, todo eso de «The rapture» es una movida flipante. Solo en la tierra de Lovecraft y Walt Disney podrían sintetizar una herejía tan guays. Y no son sectas de 4 chiflados, hay a millones que se creen esas cosas. Ahora, lo de que los lobbys o gente con poder real se lo crea realmente… yo creo que simplemente dicen lo que su público quiere oír, a esa peña solo le interesa la pasta y el poder.
Me acabo de encontrar otro artículo que habla de la conexión apocalipsis-sionismo hard-cristianismo usa ultra. Y…sí, Mario, menciona lo que decías del uso electoralista del apoyo a Israel.
https://www.eldiario.es/internacional/extrana-alianza-israel-derecha-cristiana-eeuu_129_7933893.html
Mola mil el vídeo. ¿Y qué fue del gafapasta? La web parece que lleva mucho sin actualizar. ¿Sigue en activo? ¿Gira? ¿A qué dedica el tiempo libre? ¿Y quién es él? Bueno, voy parando.
Es cierto que está todo un poco abandonadete. Imagínese si hace 10 años esta movida ya era obsoleta, el caso que le harán ahora. El bandcamp está un poco más actualizado (hasta 2016)
https://sonsofperdition.bandcamp.com/
Y rebuscando por el feis he encontrado esto que se supone que es de este año:
https://www.youtube.com/watch?v=vWel1_B8nGA
Es un rollo algo diferente, pero me flipa. Gafapastismo is not dead.
He estado un buen rato intentando encontrar un corto que ví con las niñas en un festival… que me recuerda lejanamente a este. (No era tan gore…pero también había un pueblo yendo como zombis a la iglesia, grisaceo todo…)
No ha habido manera… pero a cambio me he tropezado con éste… ¡Que me ha flipado!
https://vimeo.com/96536411
Flipante, sí!