Joe Strummer: una aproximación tangencial

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La carrera en solitario de Joe Strummer me interesa entre nada y poco. Siempre ha sido así. El balance final de las aventuras firmadas a su nombre es muy irregular. La sombra de la banda más grande jamás surgida de la Westway es muy alargada. Las comparaciones son inevitables. Su pasado lo definirá siempre, puede que muy a su pesar. Y sin embargo, aunque no me conmueva su huella sonora individual, el Strummer icono, su verbo, siempre me arrancará una sonrisa. Y lágrimas. Y hasta algunos euros para financiar causas nobles, a veces sonrojantes.

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Las hienas y la penúltima gran banda de rock and roll que pisó este planeta y el acelerador

motores y bragas

El «Destroyer» de los Kiss se abre con «Detroit rock city». La larga intro, con ese motor de octanaje sano y la radio emitiendo buen rollo, contrasta con el abrupto y fatal final. Está inspirada en la muerte en accidente de circulación de un fan que regresaba a casa tras un bolo de los «carapintadas». Desde la anécdota Paul Stanley reflexiona sobre lo efímero de la vida, la cruel paradoja de ir de fiesta y morir en el camino. Y uno podría atreverse a salvar la distancia del pensamiento, situarse en el asiento de al lado o en la acera cercana y preguntarse: «¿Por qué yo? ¿Por qué aquí?».

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¿Qué tramais morenos? (y II): Costa Oeste

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Los Ángeles, California, mediados de 1991. Suge Knight visita a Eric Wright aka Eazy E, miembro del grupo NWA y capo de Ruthless Records. Quiere rescindir el contrato que ata a su amigo Andre Young aka Dr. Dre con sello y banda. Le comenta que tiene a su socio, Jerry Heller, encerrado en una furgoneta y que, en cuanto de la orden, le partirán las rodillas. Eazy E responde que le importa bien poco la vida de un blanco judío. Entonces Knight le enseña un papel con una dirección escrita en él. «¿Es aquí donde vive tu madre?», pregunta. Así se obtiene una carta de libertad.

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La nostalgia de lo no vivido: The Cheap Suit Serenaders

The Cheap Suit Serenaders

La nostalgia suele ser un efecto secundario del funcionamiento poco fiable de la memoria. Por mucho que esté seguro de recordar algo con precisión, puede apostar con la seguridad del que se sabe ganador a que las cosas no fueron así. Lo que archiva con precisión su cerebro es el estado emocional (en el que intervienen muchas más cosas que el mundo externo). El resto se distorsiona a conveniencia –o se fabrica si es necesario– para encajar con ese estado emocional.

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